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Viernes 30º Tiempo Ordinario 03-11-2017

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“Entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos lo estaban espiando”

Evangelio según S. Lucas 14, 1-6

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos lo estaban espiando. Había allí, delante de él, un hombre enfermo de hidropesía, y, tomando la palabra, dijo a los maestros de la ley y a los fariseos: «¿Es lícito curar los sábados, o no?». Ellos se quedaron callados. Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió. Y a ellos les dijo: «¿A quién de vosotros se le cae al pozo el asno o el buey y no lo saca enseguida en día de sábado?». Y no pudieron replicar a esto.

 

Meditación sobre el Evangelio

No todos los fariseos habían roto con el Maestro. Los hay fluctuantes e incluso con cierta amistad. Gran parte habían ingresado en la institución selecta con buena intención; mas los esquemas de espiritualidad equivocada los fueron trocando en armadijos de leyes y observancias, secándoseles el corazón. No obstante en algunos sobrevivía un alma recta, sin pulverizarse carcomida la buena voluntad. Es la carcoma un proceso que tiene a fondo estudiado el demonio, y lo emplea con éxito, entre los que prometen ser los mejores. La carcoma es una espiritualidad descaridada, obligacionista, rigorista y ritual.

Otros amigos del anfitrión pertenecían al ala extremista, derechas a ultranza, exigentes, insoportables: «Observaban a Jesús». Un hidrópico estaba enfrente de él. Jesús se enteró de su enfermedad y pensó curarlo. Consultó con los comensales, teólogos y diplomados en ascética y moral: ¿Verdad que aunque sea fiesta el descanso no impide curar? Callaron, no se atrevieron los unos a contradecir, los otros a asentir. Zanjó la cuestión curándolo.La suprema ley es la caridad; todo debe ceder ante el bien del hombre; esa es la voluntad de Dios.

Precisamente para que el hombre gozase, le instituyó Dios un descanso semanal; para que gozase, no para que penase. Constituyó su descanso como culto a Dios y santificación de su fiesta; para que, todo el que atropellase el descanso del siervo cansado, supiera que atropellaba lo sagrado de Dios. Hoy no hizo esta explanación, explícita. Implícita sí. Les adujo un argumento personal: ¿Verdad que si un hijo se os cae en sábado al pozo (abundaban los pozos sin brocal a ras del suelo) lo sacáis? y aunque no fuese vuestro hijo, sino una bestia ¿verdad que también en seguida la sacáis?

Era tan diáfano, tan persuasivo el Maestro, que no admitía réplica. La verdad es así ¡feliz quien la posee!

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