Papa Francisco: un día antes de su llegada a Colombia los titulares de prensa celebraban: ‘Cese bilateral con el ELN’, informaba El Espectador; ‘Gobierno y ELN harían cese bilateral del fuego por visita del Papa’, tituló El Tiempo. Los dos, entre otros medios de comunicación, asociaron su visita con el fortalecimiento de la paz. Un subtítulo notificó: “Francisco llega a un país dividido’.
También fue noticia del día de su llegada la alocución del presidente Santos, exultante al afirmar: “Colombia espera una paz estable y democrática para vernos y tratarnos como hermanos, nunca como enemigos”. Su predecesor en la presidencia, el senador Álvaro Uribe aprovechó su presencia para repetir, como antífonas, sus críticas a los acuerdos de paz: “Nos preocupa que se ha deteriorado la confianza de la inversión privada, y el acuerdo con FARC crea incertidumbres”.
Huracán de pasiones
Teníamos esto en mente cuando se abrió la puerta del avión y usted pudo ver desde lo alto de la escalerilla el grupo de invitados que aplaudía y gritaba su saludo. En esto fueron unánimes y lo serán los colombianos que encontrará a su paso en estos cuatro días de bendición.
Su avión había tenido que sortear el huracán Irma, algo que pareció una metáfora del huracán de pasiones que sacude a este país y a su vocación de paz. Tomamos nota de que, antes de embarcarse en la nave de Alitalia, en su último mensaje de Twitter usted había consignado que venía en busca de reconciliación y paz.
En sus viajes por el mundo ha sucedido lo mismo que vio al llegar: sonrisas de bienvenida, tentativas de muchos para estrechar su mano, el clic de las cámaras digitales que atrapan la imagen de un instante que nadie quiere olvidar; pero usted sabe, y se lo repite, que la permanencia de una imagen no es suficiente, usted viene a grabar un mensaje en las conciencias.
Sanar las heridas
Los 3.235 periodistas que están acreditados para registrar sus pasos y sus palabras, y los 220 millones de televidentes que lo verán y escucharán por televisión son un enorme aparato multiplicador que le permitirá llegar a las conciencias. Allí, en la plataforma de CATAM, estábamos algunos periodistas, aunque con expectativas diferentes: los que lo ven llegar con una agenda política, la del apoyo al proceso de paz e, indirectamente, al presidente Santos, el primero en saludarlo; la otra agenda la creen ver los que no logran verlo a usted como un político, sino como el Papa samaritano que viene a sanar las heridas del odio y de la venganza que tan gravemente condicionan el futuro de Colombia.
¿Cómo logra usted mantener esa paz y alegría que irradia su rostro? Así lo veo al avanzar a lo largo de esa larga fila de bienvenida, y pienso que acaba de volar 13 horas y, sin embargo, usted se ve fresco como si estuviera saludando las primeras horas de un nuevo día. Es parte de la sanación que usted trae. ¿Cuál es la clave?
Lo vimos acercarse a los niños, a los enfermos, a unos soldados y policías mutilados por la guerra y el suyo era un gesto sincero de amor a los débiles.
Después vino ese desbordamiento de afecto de las muchedumbres. No dijo usted una sola palabra. Le bastó el gesto para hacer entender a los colombianos que ese es el don que nos trae: hacernos sentir que Dios está aquí en donde el amor al otro se manifiesta en toda su riqueza.
Oigo todavía la voz emocionada de los que dicen, a quien quiera oírlo, que este de su llegada a Colombia es un día de gracia. Y todos se preparan a dar ese primer paso necesario para derrotar la desesperanza y el rencor. Con usted sabemos que no nos dejaremos robar la esperanza.
Javier Darío Restrepo
Director de Vida Nueva Colombia
Vida Nueva Digital
(102)