La fe se tambalea cuando no se reza lo suficiente o se atiende a voces que distorsionan la Verdad | P. Orlando Toro Valencia
Es colombiano y se siente bendecido por haber nacido en el seno de una familia sencilla y cristiana, en la que siempre se cuidó la oración y el trato con Dios.
Sus raíces, su nacimiento un día de la Santísima Trinidad, la presencia constante y maternal de la Virgen y la vida de Iglesia cimentaron su historia de amor con el Señor. A los 7 años, durante unas celebraciones en honor a la Virgen del Carmen, supo con certeza que Dios le había pensado para ser sacerdote.
Esa prematura llamada vocacional tendría que superar algunas «distracciones» propias de cualquier niño de su edad, como soñar con ser futbolista o por qué no, formar una bonita familia como la que él había tenido la suerte de conocer. Pero la llamada era irrevocable y, cuando llegó el día señalado, Orlando sin pensarlo dijo sí.
El padre Orlando Toro Valencia sabe que los testimonios que hablan de conversiones impactantes o grandes luchas contra la llamada vocacional despiertan mucho más interés. Dice que su historia no tiene nada impactante, porque es la de una vocación sin dudas ni tropiezos.
Sin embargo, sí hay algo verdaderamente impactante en el testimonio del padre Orlando Toro Valencia, y es escucharle decir que siempre se ha sentido «como un niño en los brazos de Dios». Impacta también su sencillez y su fidelidad a la misión a la que siente que fue llamado desde el día de su Bautismo, que «es la fecha más importante que cualquier persona debería recordar».
El día en que somos bautizados -nos recuerda el padre Orlando-, somos llamados a predicar, santificar y servir, como Jesús, y cada uno lo hará con la vocación a la que sea llamado: el sacerdocio, la vida religiosa, la familia o la actividad profesional.
Impacta también cuando dice sin ambigüedades ni complicaciones, que si su vocación y su fe y su espiritualidad no se han tambaleado en ningún momento, es porque nunca ha dejado de rezar. «Mi refugio es la oración», asegura, y se refiere a rezar sin fórmulas complejas ni estridencias, sino con las oraciones de toda la vida.
Impacta también cuando dice que «muchos dicen amar a Dios pero les falta creer en Él en toda su inmensidad, no olvidar jamás lo que el padre Orlando considera los dos grandes dogmas: la Santísima Trinidad de Dios y la doble naturaleza de Cristo, Dios y Hombre Verdadero.
Si la fe se tambalea es porque no se reza lo suficiente o se atiende a voces que confunden y distorsionan la Verdad. Por eso también considera que, en el mundo actual, una de las principales obras de misericordia es enseñar al que no sabe, para que pueda conocer a Dios y reconocerse como hijo de Dios.
Protegido con su firme vocación y armado con la oración, el padre Orlando ha podido hacer frente a las grandes lacras de nuestros días como pueden ser el aborto o la violencia y la miseria derivada de las crisis económicas y sociales. Cuando todo se pone bien feo, lo primero es rezar. Es por eso es que insiste una y otra vez: «no dejen de rezar y digan sí a Dios. Él se encarga de todo lo demás».
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