“Quien busca la verdad busca a Dios, sea de ello consciente o no” | Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein
Cada 9 de agosto la Iglesia Católica conmemora a la santa y mártir Teresa Benedicta de la Cruz -Edith Stein-, copatrona de Europa. Nació en el seno de una familia de origen judío, siendo la última de once hermanos. Educada en la religión judía, a los 14 años decidió alejarse de Dios: “con plena conciencia y por libre elección dejé de rezar”.
Estudió germanística e historia en la Universidad de Breslau, y más tarde Filosofía en Gottinga. Se convirtió al Catolicismo, bautizada a los 31 años y en 1934 ingresó en 19 en la Orden el Carmelo en Colonia, tomando el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz.
En la II Guerra Mundial, tras la “Noche de los cristales”, es trasladada a Holanda, país neutral. Cuando estaba en el Carmelo holandés de Echt escribiría el deseo de ofrecerse “en sacrificio de expiación para alcanzar la verdadera paz y abatir el reino del anticristo”.
Detenida por la Gestapo y deportada el 2 de agosto de 1942 fue internada en el campo de exterminio nazi de Auschwitz, en el territorio polaco ocupado, donde sería asesinada siete días después.
Fue beatificada en 1987 y canonizada el 11 de octubre de 1998 por el Papa Juan Pablo II como santa Teresa Benedicta de la Cruz, en palabras del Santo padre “una hija de Israel que, durante la persecución de los nazis, ha permanecido como católica unida con fe y amor al Señor Crucificado, Jesucristo, y como judía, a su pueblo”.
“Dios es la verdad. Quien busca la verdad, busca a Dios, sea de ello consciente o no” (Edith Stein)
En “Llamados a la Santidad”, conoce la vida de Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein.
Oración de abandono de Santa Teresa Benedicta de la Cruz
“No quiero buscar comprender tus caminos…”
Déjame Señor,
seguir ciegamente tus senderos.
No quiero buscar comprender tus caminos;
soy tu hijo/a,
Tú eres el Padre de la sabiduría
y eres también mi Padre,
y me guías en la noche;
llévame a Ti.
Señor, que se haga tu voluntad:
¡Estoy listo/a!
También si en este mundo
no apagas ninguno de mis deseos,
Tú eres el Señor del tiempo,
el momento te pertenece,
tu eterno presente quiero hacerlo mío,
realiza en mí
lo que en tu Sabiduría preveas:
si me llamas al ofrecimiento en el silencio,
ayúdame a responder,
haz que cierre los ojos
a todo lo que soy,
para que, muerto/a a mí mismo/a,
no viva sino para Ti.
©Mater Mundi TV
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