La Iglesia en Ucrania, desbordada por las necesidades de una población traumatizada por la guerra
Dos años después de la invasión de Rusia a Ucrania, el 80% de la población arrastra heridas físicas o sicológicas derivadas del conflicto. El desgaste psicológico y las consecuencias físicas provocan un bloqueo existencial en las personas, agotadas y con profundas heridas en el cuerpo y el alma. Ante tantísimo trauma, la población busca refugio, sanación y esperanza en la Iglesia. A causa de la prolongación y la dureza del conflicto, los religiosos y religiosas se encuentran desbordados por las necesidades crecientes de las miles de víctimas afectadas por el trauma.
En esta situación, la Fundación Pontificia ACN España ha lanzado la campaña ‘Ucrania, no quiero olvidarte’, para socorrer a una Iglesia superada por las heridas psicológicas de la guerra. “La prioridad número uno de la Iglesia católica es la atención al trauma de la población en Ucrania y no vamos a dejar sola a la Iglesia en esta encrucijada“, ha dicho el director de ACN España, José Manuel Gallardo.
La guerra provocada por Rusia contra Ucrania se ha cobrado miles de vidas, ha causado una destrucción incalculable, desplazado a millones de personas y traumatizado a toda una generación. ACN España quiere apoyar a esta Iglesia “que grita auxilio ante la cada vez mayor indiferencia del exterior”.
“Si dejáis de hablar de nosotros, dejaremos de existir”, ha dicho el arzobispo mayor de la Iglesia greco católica ucraniana, Mons. Sviatoslav Schevchuk. Las familias ucranianas están en “una tortura constante”, según el obispo. Los sacerdotes, religiosos y religiosas, están desbordados en la atención a los más necesitados y cada vez más empobrecidos.
Por ello, el apoyo de subsistencia para las congregaciones religiosas es vital para continuar con un trabajo que no tiene fin. Otro de los pilares de esta gran campaña está dirigida a los seminaristas. La guerra no ha frenado las vocaciones y todos los seminaristas del país reciben ayuda para su formación o sostenimiento desde que comenzó la invasión. Muchos de estos jóvenes son ahora huérfanos y no tienen medios para continuar con su formación. El número de personas asesinadas, mutiladas o traumatizadas por esta guerra olvidada sigue aumentando y los efectos a largo plazo en la sociedad son cada vez más graves.
Esta crisis no tiene ninguna señal de que pueda llegar a su fin y el dolor psicológico representa que casi un tercio de la población sufre problemas mentales. La institución pontificia ha puesto en marcha un gran programa integral en todas las diócesis de Ucrania para ayudar a la sanación y poder sacar así adelante a viudas, madres, huérfanos, mujeres cuyos maridos están en el frente o han muerto, y militares traumatizados por la violencia.
E definitiva, el plan de Ayuda a la Iglesia Necesitada contempla formación para sanación de traumas, ayuda a religiosas que atienden a desplazados, formación para seminaristas y formación para dar futuro a los jóvenes. También quiere sostener un gran local en la región de Volyn para la rehabilitación espiritual y psicológica de jóvenes y niños afectados por la guerra.
Anunciar a Jesús en medio de un genocidio
“Podemos testificar que lo que está sucediendo ahora en Ucrania es un genocidio. El poder del estado ha decidido eliminar la existencia de toda la nación. Las personas están siendo asesinadas en Ucrania por ser ucranianos”, afirma el obispo Schevchuk.
“Es muy importante condenar estos crímenes de guerra porque si no lo hacemos este tipo de trato, de comportamiento va a seguir continuando. Se va a replicar, va a invitar a invadir a otras naciones en otras partes del mundo, así que llamar a esto genocidio significa que hay que parar, decir que ¡ya basta!”.
En medio de este horror, sin embargo, el sacerdote Mateusz Adamski (párroco de la iglesia Asunción de la Santísima Virgen María en Kiev), ha asegurado que, a pesar de los misiles y los drones, la Iglesia sigue con su misión de llevar la esperanza y el anuncio de Jesús. Además, trabaja por el perdón y la reconciliación: “rezamos por todos los que nos persiguen y nos agreden. Como dice el Evangelio, tenemos que amar al enemigo”.
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