Águeda Rey, enferma de ELA: “Me gustaría explicarles, para que pudieran gozar de mi misma dicha. Para contribuir con lo mejor que tengo a sus luchas.”
Águeda Rey, enferma de ELA, ha publicado en su blog “Reflexiones del alma” el siguiente artículo que reproducimos íntegro aquí por su enorme trascendencia:
La clave
“Estos días he visto cómo varios compañeros de enfermedad han vuelto a poner sus dones al servicio de todos los enfermos de ELA y de la sociedad en general. Ellos reivindican y luchan por todos nosotros y de lo que logren nos beneficiaremos nosotros.
No puedo estar más agradecida por ellos y nunca agradeceré suficientemente sus vidas. Gracias Jordi Sabaté y Jorge Murillo.
Pero yo no soy reivindicativa ni política. Yo sólo sé rezar por ellos y es lo que hago desde hace mucho tiempo. No lo cuento para presumir de nada sino para que ellos sepan de qué forma contribuyo a sus luchas y que no están solos. Javier, Jordi, Noemí, Jorge, Pelayo, Astrid, Luisa, Estela, Esther, Olga, Rakel, José, Araceli y otro Jorge más.
Me gustaría poder explicarles a todos ellos el secreto de mi alegría a pesar de estar perdiendo por goleada la batalla del cuerpo contra la ELA. Porque sí, voy perdiendo: desde que tengo la sonda gástrica todo se ha complicado mucho, ya no solemos llegar a nuestra Misa habitual y vamos a otra media hora más tarde y esto puede parecer insignificante, pero desgasta. Hay días que no hemos podido ir y al intentar compensar con la de la tarde, mi cuerpo ha dicho basta. El otro día fuimos a una boda y mi cuerpo me dio un toque de dolor agudo que me paralizó. Los tiempos sin respirador son cada vez más cortos, pero la ducha se alarga por las medidas de seguridad que hay que tomar porque mi cuerpo ya no se aguanta erguido. Para qué hablar de que ya es muy difícil hacerme entender con mi lengua arrastrada y el hilillo de voz que conservo. Y parecer seria y cuerda con la saliva que se empeña en salir de paseo es tarea imposible.
Pues así estoy y sigo feliz y mis ganas de vivir y de hacer infinidad de cosas están intactas.
Me gustaría explicarles, para que pudieran gozar de mi misma dicha. Para contribuir con lo mejor que tengo a sus luchas.
Permitidme aconsejaros algo: buscad a Jesús, Él es el único camino a la felicidad, porque Él te ha creado para amarte y sólo dejándote amar por Él podrás encontrar tu verdadero sentido y plenitud de vida. Él es el Camino y es la Verdad, la genuina, la que nunca cambia ni depende de la última ocurrencia del charlatán de turno; y es la Vida, que no termina nunca, ni perdiendo la batalla del cuerpo, porque hasta esa guerra la tiene ganada, cuando resucitemos para la eternidad.
Cómo hacer entender que ésta es la clave de mi felicidad, de la felicidad”.
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