Natividad de la Santísima Virgen María
El 8 de septiembre celebramos el Nacimiento o Natividad de la Santísima Virgen María, nueve meses después de la Inmaculada Concepción de la Virgen, que la Iglesia católica celebra cada 8 de diciembre.
La Natividad de la Virgen es una de las fiestas marianas más antiguas. Se cree que su origen está ligado a la fiesta de la dedicación, en el siglo IV, de una antigua basílica mariana de Jerusalén, sobre cuyas ruinas sería construida más tarde, en el s. XII, la actual iglesia de Santa Ana. La tradición dice que en este lugar estuvo la casa de los padres de María, Joaquín y Ana, donde nació la Virgen. La fiesta se comenzó a celebrar oficialmente en el siglo VIII, con el Papa Sergio I al establecer que se celebraran en Roma cuatro fiestas en honor de Nuestra Señora: la Anunciación, la Asunción, la Natividad y la Purificación.
Hay varias tradiciones sobre el nacimiento de María, descendiente de la estirpe de David. Unas apuntan que nació en Belén, otras que en Nazaret… Según el evangelio apócrifo de Santiago, la madre de María, Ana, se casó con Joaquín, galileo de Nazaret. Su nombre significa “el hombre a quien Dios levanta”, y, según san Epifanio, “preparación del Señor”. Descendía de la familia real de David. Después de veinte años de matrimonio, no habían podido tener descendencia.
San Joaquín, sumiso y resignado, se retiró al desierto durante 40 días para obtener con penitencias y oraciones la ansiada paternidad.
Santa Ana, por su parte, intensificó sus ruegos para obtener la gracia de un hijo.
Joaquín y Ana vieron premiada su constante oración con el nacimiento de una hija singular, María, concebida sin pecado original, y predestinada a ser la madre de Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado.
Refugio y consuelo, ayuda y protección
Después del pecado original de Adán y Eva, Dios había prometido enviar al mundo a otra mujer cuya descendencia aplastaría la cabeza de la serpiente.
Al nacer la Virgen María comenzó a cumplirse la promesa.
El nacimiento de la Virgen María tuvo privilegios únicos. Ella vino al mundo sin pecado original y fue elegida para ser Madre de Dios. Era pura, santa, y tenía la gracia santificante, desde su concepción. Con este hecho, se cumplieron las Escrituras y todo lo dicho por los profetas.
En la plenitud de los tiempos, María se convirtió en el vehículo de la eterna fidelidad de Dios. Hoy celebramos el aniversario de su nacimiento y el pueblo de Dios sabe que en ella puede encontrar refugio y consuelo, ayuda y protección.
“Por tu nacimiento, Virgen Madre de Dios, anunciaste la alegría a todo el mundo: de ti nació el Sol de justicia, Cristo, Dios nuestro”.
¡Feliz cumpleaños, Madre querida!
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