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¡Felices los mansos!

¡Felices los mansos!

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“Felices los mansos, porque ellos heredarán la tierra” (Mateo 5:5)

[Texto: Alice Ollivier, Hozana.org] – Jesús presenta la mansedumbre como un camino hacia la plenitud y la santidad; si analizamos este pasaje, podemos ver una vez más que, el mensaje de Jesús derriba las apariencias, pues en un mundo aparentemente dominado por los poderosos, ¡en realidad son los mansos quienes heredarán la tierra!

Por otro lado, debemos tener presente que la mansedumbre se muestra como todo, menos como un camino fácil, una renuncia, o una resignación. A decir verdad, ¡se trata de una gran y hermosa virtud que debemos cultivar cada día!

Pero, quizá te estás preguntando, ¿cómo podemos cultivarla?. A continuación, te proponemos unas cuantas ideas:

  • Haciéndola germinar junto a la paciencia y la humildad. Al respecto, muchos santos nos han mostrado que estas tres virtudes se alimentan mutuamente. Te invitamos a seguir el ejemplo de San Francisco de Asís, quien diariamente rezaba la oración de la mañana diciendo: “Hoy quiero mirar al mundo con ojos llenos de amor. Ser paciente, comprensivo, humilde, suave y bueno”: ¡Dejémonos inspirar por la dulzura radiante, generosa y siempre renovada de la Creación!
  • Contemplando a Jesús. Cuando exploramos la Biblia, vemos que los Evangelios contienen numerosas escenas que nos dejan ver la mansedumbre y dulzura de Cristo, reflejada a través de sus miradas, palabras y gestos. De hecho, meditar en los Evangelios, nos permite comprender cómo la mansedumbre de Cristo puede transformar nuestra realidad. Por ejemplo, en el capítulo 11 del Evangelio de Mateo, Jesús nos dice: “Obedezcan mis mandamientos y aprendan de mí, pues yo soy manso y humilde de verdad. Conmigo podrán descansar” (Mateo 11.29).
  • Orando: Como toda virtud, podemos pedirla a Dios y él nos la dará sin condiciones. ¡Pidamos a Jesús que transforme nuestros corazones, con esta sencilla, pero poderosa oración!: “Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo”.

¡Que vivan los mansos! ¡Que la mansedumbre de Cristo brille sobre toda la tierra!

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