Fue un exfutbolista ateo y gravemente enfermo pero en Medjugorje sanó y se convirtió
(Cari Filii) David Parkes había sido futbolista profesional en Irlanda. Durante su carrera llegó a participar en distintas competiciones europeas. Incluso en estos años como deportista se llegó a enfrentar a algunos de los más grandes de este deporte como Pelé o George Best.
Sin embargo, años después le detectaron la enfermedad de Crohn, lo que le provocó terribles dolores. Los médicos le dijeron que le quedaban dos meses de vida. Era ateo pero ante la insistencia de su mujer decidió ir a Medjugorje. Allí experimentó una fuerte curación física durante una oración de sanación y a continuación una fuerte conversión. Desde 2001 vive una parte del año en este lugar mariano organizando peregrinaciones y se dedica a la música cristiana.
En Fruits of Medjugorje, el exfutbolista ha relatado todo este proceso de conversión y curación. “Desde ese hasta hoy los dolores, náuseas, vómitos o la diarrea como consecuencia de la enfermedad de Crohn desaparecieron en un instante”, afirma,
Recuerda enfermar y llegar la propuesta de ir a Medjugorje. “Estaba enfadado con Dios y realmente no quería ir allí, pero como parecía iban a ser mis últimas vacaciones con mi esposa. Sin fe llegamos allí con un cura muy especial de Chicago, se llamaba Peter Mary Rookey”, relata.
Era 1989 cuando viajó a Medjugorje con su esposa. Entonces era una pequeña aldea y no quería estar allí. Quería regresar a Dubrovnik, ciudad costera croata de gran belleza. “Yo quería acción, mucha acción, pero a cada razón para abandonar a Medugorje, mi esposa tenía una respuesta de por qué deberíamos quedarnos un poco más”.
Entonces su mujer le dijo que el padre Rookey celebraría una misa de sanación y que deberían acudir. David contestó: “Me voy de aquí, estoy muy enfermo, el dolor por la enfermedad de Chron es insoportable”. Pero su mujer contestó: “Piénsatelo David, si vas conmigo a la oración de sanación, en cuanto termine yo iré a la pensión a hacer las maletas y nos vamos a Dubrovnik”.
Eso es lo que él quería oír. Fueron a esta oración de sanación. El lugar estaba repleto. Estaban el sacerdote estadounidense y tres irlandeses
Cuando comenzaron las imposiciones de manos y vio que había personas que “descansaban en el Espíritu Santo” y caían al suelo, David se escandalizó. “Esto es una histeria”, dijo a su mujer, y se fue. Quince minutos después regresó.
Entonces Anne, su mujer le dijo: “David, ¿por qué no recibes una bendición?”. Tras quejarse una y otra vez finalmente se puso a la cola para recibir la bendición. Los tres sacerdotes irlandeses le bendijeron pero no pasó nada
Entonces llegó hasta el padre Rookey, que le dijo: “David, hay algo que me quieres decir”. Él accedió y le comentó que estaba muy enfermo, que el dolor era insoportable y que los médicos le habían dado dos meses de vida. Entonces, el religioso sacó de su bolsillo una cruz del tamaño de la palma de su mano, y que tenía siete reliquias de los siete fundadores de la Orden de los Servitas.
“Me puso la cruz en la mano derecha, luego con el pulgar tocó el aceite y con él consagró mi frente, en ese momento puso sus manos en mi cabeza y empezó a rezar y entonces recuerdo que cogió la cruz de mi mano”, recuerda.
Entonces, cuenta que lo siguiente que recordaba era “estar acostado boca arriba, estuve en ese estado unos 20 minutos”. No había sido consciente de lo que había pasado excepto del calor que quemaba su cuerpo, desde los pelos de su cabello hasta la punta de sus pies.
“Nunca más después de Medjugorje lo experimenté, tampoco nunca antes, así que desde ese día los dolores, malestares, vómitos igual como diarrea por la enfermedad de Chron desaparecieron por completo”, confiesa.
Pero si la sanación física fue impresionante no lo fue menos la del espíritu. Vivía sin paz porque además no podía aceptar que su hijo Ken naciera con fibrosis quística. “No lo podía aceptar de ninguna manera y eso provocaba conflictos entre Anne y yo, así que dos veces abandoné a Anne, pero ella tiene la capacidad enorme de perdonar, así que me perdonó dos veces, me recibió de vuelta en el hogar. Gracias a Dios seguimos juntos y celebramos 46 años de matrimonio”, agrega.
“Pero lo que pasó después de la sanación física fue el deseo de no abandonar a Medjugorje. Ardía dentro de mí y la iglesia de San Santiago fue como un imán. No podía dejar de ir a la iglesia de Santiago, así que íbamos a misa a las 7 en croata, luego desayunábamos y regresábamos a la misa en alemán y entonces por supuesto, a la misa en inglés. A veces nos quedábamos en la misa en italiano también”, cuenta.
Quería esa paz que muchos alcanzaban y decidieron subir al monte de las apariciones. David cuenta que “quería rezar pero no sabía, se me había olvidado rezar y recuerdo que me dije a mi mismo que iba a rezar un Padre nuestro, pero esto fue todo lo que sabía”. Del Ave María sólo se sabía el “Dios te salve María”. Pero fue suficiente.
Entonces instintivamente se acercó a su mujer, la abrazó y la “pedí perdón por todo el daño que le hice, todo el dolor que causé a nuestros hijos, a los miembros de la familia. Ella empezó a llorar y tras eso lanzó sus manos alrededor de mi cuello y entonces, por ese pequeño gesto de amor, yo empecé a llorar. Lloramos abrazados unos diez minutos y cuando dejé de llorar, sentí esa paz interior inexplicable. Ya no quería irme de Medjugorje”.
A partir de ese momento empezó a ver el mundo de otra manera. Nadie podía creer el enorme cambio que había experimentado David. La música a la que se dedicaba entonces la empezó a dedicar a Dios y Medjugorje seguía en su corazón hasta tal punto de empezar a trabajar allí. En Medjugorje fue curado en cuerpo y alma.
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