Por qué Marshall McLuhan pensaba que la cultura oral favorecía la fe más que la cultura escrita
(Religión en Libertad) Este 31 de diciembre de 2020 marca el cuarenta aniversario de la muerte de Herbert Marshall McLuhan (1911-1980), intelectual canadiense, profesor de Literatura inglesa y uno de los fundadores de los estudios contemporáneos sobre los medios de comunicación.
Se convirtió al catolicismo gracias a un intercambio de libros. Y algunas de sus reflexiones son muy útiles para comprender la influencia de las revoluciones tecnológicas en la Iglesia, como señala Pierre Mayrant en un artículo publicado en La Nef:
Marshall McLuhan, la comunicación y la Iglesia católica
Con Marshall McLuhan (1911-1980), la comunicación inicia un camino transcendental en el sentido que nos vincula a Dios. El próximo mes de diciembre celebraremos el cuadragésimo aniversario de la muerte de este profesor canadiense de literatura, especializado en las ciencias emergentes de la información y la comunicación. Célebre por haber anticipado la llegada de internet y por haber inventado el concepto de “aldea global“, su recorrido de docente-investigador está muy unido a su itinerario de fe. Su pensamiento original aportó nuevos campos de reflexión, si bien, al estar esta a menudo incompleta, en algunos puntos es discutible.
Releer la vida y la obra de Marshall McLuhan nos da la posibilidad de profundizar el vínculo entre comunicación y fe. Nacido en una familia protestante, en 1937 se convirtió al catolicismo gracias a la lectura de autores como G. K. Chesterton, Hilaire Belloc y Étienne Gilson. Su influencia literaria fue más determinante que la de los teólogos. Los argumentos que causaron su decisión no fueron apologéticos, sino la continuidad de la Iglesia y sus sacramentos.
Afirmaba que la dimensión intelectual está ausente en la relación con la Iglesia: “La participación activa en la oración y los sacramentos de la Iglesia no se realizan de manera intelectual. Todo católico que actualmente está en desacuerdo con la Iglesia es víctima de una ilusión. No se puede no estar intelectualmente de acuerdo con la Iglesia. Esto no quiere decir nada. La Iglesia no es una institución intelectual. Es una institución sobrehumana” (citado en Kerckhove Derrick. La foi en l’Église de Marshall McLuhan. En: Communication et langages, n. 85, 3er trimestre de 1990, págs. 5-17).
Su punto de vista es, desde luego, cuestionable: la alianza de fe y razón, propia del catolicismo, parece serle ajena. Marshall McLuhan considera que la comunicación de la fe se actúa “no tanto por la transmisión de conceptos o teorías, sino por una transformación interior de las personas, no por la expresión de una ‘forma’, sino por la participación en un ‘fondo’ de efectos secundarios que transforman la vida”.
Dos revoluciones tecnológicas
Marshall McLuhan siempre ha asociado en sus investigaciones las ciencias de la información y las ciencias históricas. Estudió (Comprender los medios de comunicación) las grandes rupturas tecnológicas como la revolución de la imprenta y la revolución de la electricidad, que contribuyeron al apogeo de los nuevos medios de comunicación y cambiaron totalmente las sociedades occidentales.
Cada nueva tecnología generaba un nuevo mensaje que podía modificar el comportamiento y la mentalidad: “El medio es el mensaje“. En su opinión, el contenido ideológico transmitido a través de los medios de comunicación afecta menos a la sociedad que el canal de transmisión por el que se transmite.
El célebre cameo de Marshall McLuhan en “Annie Hall”(1977) de Woody Allen. En los años 70 fue un intelectual del que todo el mundo hablaba, incluso con pedantería.
La tecnología que surgió a partir del Renacimiento puso fin a la tradición manuscrita y a la cultura oral que esa provocaba. La relación de la Iglesia con la imprenta fue una preocupación constante para el intelectual canadiense. “Con el libro, podemos retirarnos hacia el interior, en el sentido egocéntrico y psicológico del término, y no en el espiritual: es, en gran medida, una fragmentación”.
Peligro para la fe
Para McLuhan, la renuncia de la cultura oral en favor de la cultura escrita es un peligro real para la fe, porque la voluntad de explicar el texto sustituye la presencia viva como forma de difusión de la palabra de Dios. Sin embargo, ha sido el texto de la Biblia el que ha permitido la difusión y universalización del cristianismo. Por eso los medios de comunicación auditivos que aparecieron después de la Segunda Guerra Mundial no le parecieron algo negativo, porque le devolvían el honor a la cultura oral.
El teórico de la comunicación le reprochaba a la Iglesia no haber comprendido estas revoluciones: en el Concilio de Trento nadie comprendió el alcance de la imprenta; en el Vaticano II nadie tuvo en cuenta la abolición temporal y espacial de los nuevos medios de comunicación. Efectivamente, la revolución de la electricidad provocó la difusión inmediata de los mensajes de comunicación; recordemos el trastorno que esto causó en el desarrollo de ese concilio.
Fue durante esta mitad del siglo XX cuando el especialista de los medios de comunicación habló de «Iglesia electrónica». La imprenta favoreció la burocracia romana. Pero el enorme progreso de los medios de transporte transformó el funcionamiento de la Iglesia, que descansó cada vez más en la autoridad del Papa: “El Papa ya no es el jefe de una burocracia. Pero su papel es más importante que nunca como responsable en la escena del ‘teatro global’. El papa tiene la autoridad”. En 1976, Marshall McLuhan fue nombrado asesor del Vaticano.
Traducido por Elena Faccia Serrano.
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