Durante la pandemia ha crecido el amor por la Eucaristía, afirma Obispo
(ACI) El Obispo de Gallup (Estados Unidos), Mons. James S. Wall, aseguró que en su diócesis el cierre de iglesias debido a la pandemia “ha creado un anhelo, un hambre” por la Eucaristía, lo que considera la “única gracia” que ha venido en este tiempo.
El Prelado dijo esto ayer martes durante la asamblea virtual que realiza la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB).
La Diócesis de Gallup está ubicada en dos estados con una población principalmente nativa americana.
“Ha habido una gran necesidad, un gran deseo y un hambre por la Eucaristía allí”, dijo. Las reservas, explicó Mons. Wall, tienen una alta tasa de infecciones y muertes por el coronavirus. La pobreza de las reservas complica la situación, lamentó.
“Por ejemplo, en la Reserva Navajo, el 30% de la gente no tiene agua potable”, dijo, y conseguir agua requiere un viaje a la ciudad. Esto, sumado a las ‘cuarentena’ de fin de semana, ha hecho que las prácticas básicas de salud como lavarse las manos con frecuencia sean “muy difíciles”.
Mons. Wall agregó que la pandemia ha fomentado un “mayor amor por la Eucaristía” entre su rebaño. Dijo que esta era la “única gracia” que ha venido de este tiempo.
“Creo que esta ausencia de la Eucaristía realmente ha creado un anhelo, un hambre, un deseo en nombre de nuestro pueblo”, dijo. El Obispo espera publicar pronto una carta pastoral sobre la Eucaristía.
También destacaron el gran deseo por los sacramentos por parte de muchos católicos.
La conversación tuvo lugar durante la asamblea general de otoño de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB) el 17 de noviembre y fue dirigida por el Arzobispo de Oklahoma City, Mons. Paul Coakley. Tras la ponencia de Mons. Coakley, se invitó a los obispos a compartir sus experiencias en segmentos de cinco minutos.
El Obispo de Brownsville (Texas), Mons Daniel Flores, elogió el “gran sacrificio” hecho por sacerdotes, capellanes laicos y diáconos de su diócesis para brindar atención espiritual durante la pandemia, así como el impresionante esfuerzo voluntario de los laicos para garantizar que la Misa se puede celebrar con seguridad.
Mons. Flores recordó haberle dicho a los feligreses que necesitaban desinfectar las iglesias después de cada Misa para poder celebrar la siguiente. Dijo que su respuesta fue la experiencia “más edificante” de la pandemia.
“Significó mucho para la gente de la parroquia que se ofrece voluntariamente –los grupos de jóvenes, los movimientos apostólicos, los diferentes grupos que son parte de la vida de la Iglesia– tener la Misa, y tener incluso unos momentos de la Adoración Eucarística, incluso hasta el día de hoy, después de cada celebración eucarística, cada funeral, cada bautismo, la gente da un paso adelante”, dijo.
“Esta es una señal muy poderosa para nosotros”, dijo Mons. Flores, y agregó que “nos estamos enfocando con razón en una renovación eucarística a medida que avanzamos”.
El Obispo de Brownsville reconoció que las personas que se tomaron el tiempo para hacer cosas como, desinfectar sus iglesias, asumieron una tarea difícil y aceptaron el riesgo adicional de exponerse al virus “para hacer posible que la vida de la Iglesia continúe”.
“Estoy muy agradecido. En medio de la ausencia eucarística, podríamos decir, muchas personas han dado un paso adelante para asegurarse de que pudiéramos experimentar, una vez más, la presencia de Cristo”, aseguró.
El Prelado cree que él y sus hermanos obispos deberían “reflexionar sobre esto durante mucho tiempo”.
Mons. Flores cuenta que vio a católicos arrodillados frente a la basílica diocesana, algunos llorando, después de que se cerraron las iglesias. Otros obispos informaron lo mismo.
Por su parte, Mons. Robert Barron, Obispo Auxiliar de Los Ángeles, sugirió una campaña nacional para instar a los católicos a traer a alguien con ellos cuando regresen a la Misa, como un medio de evangelizar a aquellos que se apartaron de la fe durante el período de confinamiento,
El Arzobispo de Boston, Cardenal Sean O’Malley, dijo que su diócesis se había visto particularmente afectada tanto por el virus como por las restricciones impuestas a las iglesias.
Con el fin de mantener los sacramentos disponibles para los más necesitados, formó un equipo de sacerdotes que atendería a los pacientes covid.
Estos sacerdotes, dijo Mons. O’Malley, se ofrecieron como voluntarios para ir a los hospitales y recibieron capacitación y equipo especializados para estar lo más seguros posible. También vivían aislados.
“Ninguno de los sacerdotes se enfermó durante este tiempo. Ciertamente estamos agradecidos por la generosidad y fue un gran consuelo para toda la comunidad saber que tienen acceso a los sacramentos al final de sus vidas”, dijo O’Malley.
El Arzobispo de Boston también elogió a sus sacerdotes por su “valor al querer servir a los enfermos y moribundos”.
Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en CNA.
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