Papa Francisco: “¡Cuántas mujeres no reciben la dignidad que se les debe!”
(ACI) El Papa Francisco destacó que el papel de la mujer es “esencial para la historia de la salvación, no puede por menos que ser esencial para la Iglesia y el mundo” y lamentó “¡cuántas mujeres no reciben la dignidad que se les debe!”.
Así lo indicó el Santo Padre este 24 de octubre al recibir en audiencia a los profesores y estudiantes de la Pontificia Facultad de Teología Marianum con motivo del 70º aniversario de su fundación.
En su discurso, el Pontífice reflexionó en dos elementos de la Virgen María en las Sagradas Escrituras, el ser madre y ser mujer.
En esta línea, el Papa afirmó que “precisamente el papel de la mujer: esencial para la historia de la salvación, no puede por menos que ser esencial para la Iglesia y el mundo” y añadió “pero ¡cuántas mujeres no reciben la dignidad que se les debe!”
“La mujer, que trajo a Dios al mundo, debe poder llevar sus dones a la historia. Se necesita su ingenio y su estilo. Lo necesita la teología, para que no sea abstracta y conceptual, sino delicada, narrativa, vital”, advirtió.
En esta línea, el Santo Padre destacó que la Mariología, en particular, “puede contribuir a llevar a la cultura, también a través del arte y la poesía, la belleza que humaniza e infunde esperanza. Y está llamada a buscar espacios más dignos para las mujeres en la Iglesia, partiendo de la dignidad bautismal común. Porque la Iglesia, como dije, es mujer. Como María, es madre: como María”.
“Podríamos preguntarnos: ¿la Mariología, hoy, sirve a la Iglesia y al mundo? Obviamente, la respuesta es sí. Ir a la escuela de María es ir a una escuela de fe y de vida. Ella, maestra porque discípula, enseña bien el alfabeto de la vida humana y cristiana”.
“Pero también hay otro aspecto, vinculado a la actualidad. Vivimos en el tiempo del Concilio Vaticano II. Ningún otro concilio en la historia ha dado a la Mariología tanto espacio como el que le ha dedicado el Capítulo VIII de Lumen Gentium, que concluye y en cierto sentido compendia toda la Constitución dogmática sobre la Iglesia”, afirmó.
Por ello, el Papa destacó que “los tiempos que vivimos son tiempos de María” y agregó que “necesitamos redescubrir a Nuestra Señora desde la perspectiva del Concilio. Así como el Concilio sacó de nuevo a la luz la belleza de la Iglesia volviendo a las fuentes y limpiando el polvo que se había depositado sobre ella a lo largo de los siglos, así las maravillas de María se pueden redescubrir mejor yendo al corazón de su misterio. Allí surgen dos elementos, bien destacados por la Escritura: ella es madre y mujer. También la Iglesia es madre y mujer”.
De este modo, el Pontífice recordó que San Francisco de Asís “la amaba precisamente porque era madre. Se ha escrito de él que ‘amaba con indecible afecto a la Madre del Señor Jesús, por ser ella la que ha convertido en hermano nuestro al Señor de la majestad’”.
En este sentido, el Papa Francisco destacó que “la Iglesia necesita redescubrir su corazón materno, que late por la unidad; pero lo necesita también nuestra Tierra para que vuelva a ser la casa de todos sus hijos”.
“Necesitamos la maternidad, la que genera y regenera la vida con ternura, porque sólo el don, el cuidado y el compartir mantienen unida a la familia humana. Pensemos en el mundo sin madres: no tiene porvenir. Las ganancias y los beneficios, por sí solos, no tienen futuro; por el contrario, a veces aumentan las desigualdades y las injusticias. Las madres, en cambio, hacen que cada hijo se sienta como en casa y dan esperanza”, explicó.
Asimismo, el Papa subrayó que “así como la madre hace de la Iglesia una familia, la mujer hace de nosotros un pueblo. No es casualidad que la piedad popular se incline con naturaleza por Nuestra Señora” y agregó que “es importante que la mariología la siga atentamente, la promueva, a veces la purifique, prestando siempre atención a los ‘signos de los tiempos marianos’ que atraviesan nuestra época”.
Por último, el Santo Padre invitó a ver a la Virgen María como “la que trae a Cristo, la que hace pasar a Cristo, la que dio a luz a Cristo, y que siempre permanece mujer” por lo que rezó para que “siempre podamos tener en nosotros ese espíritu de hijos y de hermanos. Hijos de María, hijos de la Iglesia, hermanos entre nosotros”.
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