Busquen el Reino de Dios y dejen al Señor actuar en sus vidas
(ACI) El Arzobispo de Santiago de Cuba, Mons. Dionisio Guillermo García Ibáñez, invitó a los fieles a buscar el Reino de los Cielos y permitir que Dios actúe en sus vidas, pues Él es quien mejor conoce qué es lo bueno para cada uno.
Mons. García indicó que, como recuerdan las parábolas, Jesús es el sembrador que vino a traer y plantar la semilla del “Reino de Dios” en la tierra, en cada ser humano.
“Todos tenemos que aspirar al Reino de Dios, si queremos ser felices, si queremos encontrar sentido a la vida, si queremos darle explicaciones a lo que ocurre diariamente en la vida”, agregó durante la Misa del domingo 19 de julio.
El Arzobispo resaltó que los fieles deben estar atentos sobre cuáles son sus aspiraciones en esta vida y entender que utilizar los bienes de la tierra es bueno mientras implique una búsqueda del Reino de los Cielos, “un Reino que se prolonga en la vida eterna con el Señor”.
Además, señaló que en la medida que los fieles aspiren a lograr la justicia, le den a Dios lo que corresponde y traten a los demás como a ellos mismo, estarán contribuyendo en la construcción del Reino de Dios.
El Arzobispo agregó que las personas no pueden “vivir como islas”, sino que “el Señor de la misma manera que se entrega en la cruz, también nos pide que nosotros seamos con los demás cercanos, prójimos de los demás”.
Asimismo, pidió a los fieles dejar en las manos de Dios sus vidas, pues el Señor tiene planes para cada uno de ellos y sabrá cómo responder a las oraciones y necesidades que atraviesan los hombres en el día a día.
“El Señor nos dice que muchas veces no sabemos qué pedir, muchas veces anhelamos cosas, y no nos damos cuenta que tal vez eso que anhelamos no nos conviene; o tal vez que el Señor tiene otros planes con nosotros”, añadió. “Tenemos que confiar y ponerlo todo en las manos de Dios”.
Finalmente, señaló que muchas veces las personas se angustian por los problemas que atraviesan, por lo que deben refugiarse en Dios, quién es el único que puede dar serenidad, consuelo, fortaleza y “anima a luchar en la vida, tratando de conseguir todas las cosas de este mundo sin que ellas nos impidan alcanzar el bien, la verdad, la justicia, la belleza, la bondad”.
En la medida que construyamos el Reino de Dios “estamos haciendo un mundo más feliz”, concluyó.
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