Papa Francisco: El diablo quiere obstaculizar la obra de salvación de Dios
(ACI) El Papa Francisco advirtió que la intención del diablo es “obstaculizar la obra de salvación” de Dios, y pidió no precipitarse ante las personas malvadas y tener “paciencia” y “misericordia” con ellas para darles la oportunidad de convertirse.
En la reflexión previa al rezo del Ángelus este domingo 19 de julio en la Plaza de San Pedro del Vaticano, el Pontífice explicó el Evangelio del día en el que se narra la parábola de la cizaña y el trigo. Es una parábola que habla “sobre el Reino de los cielos”.
Por medio de esta parábola, Jesús “nos hace conocer la paciencia de Dios, abriendo nuestro corazón a la esperanza. Jesús cuenta que, en el campo en el que se ha sembrado la semilla buena, brota también la cizaña, un término que resume todas las malas hierbas, que infestan el terreno”.
Francisco subrayó que “en esta parábola se puede leer una visión de la historia: Junto a Dios (el amo del campo) que esparce siempre y solo semilla buena, hay un adversario, que esparce la cizaña para obstaculizar el crecimiento del trigo”.
“El amo actúa abiertamente, a la luz del sol, y su propósito es una buena cosecha; el otro, sin embargo, aprovecha la oscuridad de la noche y obra por envidia, por hostilidad, para arruinar todo. El adversario tiene un nombre: es el diablo, el opositor de Dios por antonomasia”.
La intención del diablo, afirmó el Santo Padre, “es obstaculizar la obra de salvación, para que el Reino de Dios sea obstaculizado por trabajadores injustos, sembradores de escándalos”.
De hecho, “la buena semilla y la cizaña no representan el bien y el mal de forma abstracta, sino a nosotros los seres humanos, que podemos seguir a Dios o al diablo. La intención de los siervos es la de eliminar enseguida el mal, es decir a las personas malvadas, pero el amo es más sabio, ve más lejos: estos deben saber esperar, porque soportar las persecuciones y las hostilidades forma parte de la vocación cristiana”.
Subrayó que “si Jesús ha venido a buscar a los pecadores más que a los justos, a curar a los enfermos antes que, a los sanos, también nuestra acción como discípulos suyos debe estar dirigida no para suprimir a los malvados, sino para salvarlos”.
“Será Dios, y solo Él, quien premie a los buenos y castigue a los malvados”, finalizó el Papa Francisco su reflexión.
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