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Papa Francisco invita a poner en práctica la Palabra de Dios cada día

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(ACI) El Papa Francisco animó a recibir la semilla de la Palabra de Dios en nuestras vidas, y para ello, sugirió invocar a la Virgen María “modelo perfecto de tierra buena y fértil” para dar buenos frutos.

Así lo indicó el Santo Padre este Domingo 12 de julio al dirigir el rezo del Ángelus desde la ventana del Palacio Apostólico Vaticano.

“Que la Virgen María, modelo perfecto de tierra buena y fértil, nos ayude, con su oración, a convertirnos en terreno disponible sin espinas ni piedras, para que podamos llevar buenos frutos para nosotros y para nuestros hermanos”, dijo el Papa.

Al reflexionar en el pasaje del Evangelio de este Domingo de San Mateo (Mt 13, 1-23) en la que Jesús relata la parábola del sembrador, el Pontífice dijo que “esta parábola del sembrador es un poco la ‘madre’ de todas las parábolas, porque habla de la escucha de la Palabra”.

“Nos recuerda que la Palabra de Dios es una semilla que en sí misma es fecunda y eficaz; y Dios la esparce por todos lados con generosidad, sin importar el desperdicio. ¡Así es el corazón de Dios!”, señaló el Papa quien añadió que “cada uno de nosotros es un terreno sobre el que cae la semilla de la Palabra, ¡ninguno está excluido!”.

“A menudo estamos distraídos por demasiados intereses, por demasiados reclamos, y es difícil distinguir, entre tantas voces y tantas palabras, la del Señor, la única que hace libre”, reconoció el Papa quien destacó la importancia de “acostumbrarse a escuchar la Palabra de Dios, a leerla”.

Una vez más, el Papa Francisco aconsejó: “lleven siempre con ustedes un pequeño Evangelio, una edición de bolsillo del Evangelio, en bolsa, para leer cada día una parte, para que estén acostumbrados a leer la Palabra de Dios y a entender bien la semilla que Dios te ofrece y pensar con cuál tierra yo lo recibo”.

En este sentido, el Santo Padre advirtió que en esta parábola Jesús explica que “la Palabra de Dios, representada por las semillas, no es una Palabra abstracta, sino que es Cristo mismo, el Verbo del Padre que se ha encarnado en el vientre de María. Por lo tanto, acoger la Palabra de Dios quiere decir acoger la persona de Cristo, el mismo Cristo”.

“Hay distintas maneras de recibir la Palabra de Dios. Podemos hacerlo como un camino, donde en seguida vienen los pájaros y se comen las semillas”, dijo el Papa quien añadió que en este caso “sería la distracción, un gran peligro de nuestro tiempo”.

“Acosados por tantos chismorreos, por tantas ideologías, por las continuas posibilidades de distraerse dentro y fuera de casa, se puede perder el gusto del silencio, del recogimiento, del diálogo con el Señor, tanto como para arriesgar perder la fe y no acoger la Palabra de Dios. Estamos distraídos por las cosas mundanas”, alertó el Papa.

En segundo lugar, el Pontífice se refirió al recibir la Palabra de Dios “como un pedregal, con poca tierra. Allí la semilla brota en seguida, pero también se seca pronto, porque no consigue echar raíces en profundidad”.

“Es la imagen del entusiasmo momentáneo pero que permanece superficial, no asimila la Palabra de Dios. Y así, ante la primera dificultad, un sufrimiento, una turbación de la vida, esa fe todavía débil se disuelve, como se seca la semilla que cae en medio de las piedras”, afirmó.

Finalmente, el Santo Padre sugirió acoger la Palabra de Dios “como el terreno bueno. Aquí, y solamente aquí la semilla arraiga y da fruto. La semilla que cae en este terreno fértil representa a aquellos que escuchan la Palabra, la acogen, la guardan en el corazón y la ponen en práctica en la vida de cada día”, concluyó.

A continuación, el Evangelio comentado por el Papa Francisco:

Mateo 13:1-9

1 Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó a orillas del mar. 2 Y se reunió tanta gente junto a él, que hubo de subir a sentarse en una barca, y toda la gente quedaba en la ribera. 3 Y les habló muchas cosas en parábolas. Decía: «Una vez salió un sembrador a sembrar. 4Y al sembrar, unas semillas cayeron a lo largo del camino; vinieron las aves y se las comieron. 5Otras cayeron en pedregal, donde no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra; 6 pero en cuanto salió el sol se agostaron y, por no tener raíz, se secaron. 7Otras cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron. 8Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. 9El que tenga oídos, que oiga».

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