Javier Ruiz: “Descubrí que Dios me quería con mis defectos y mis virtudes”
Javier Ruiz Orfila, ingeniero de camino de profesión, le gusta definirse como cristiano y cursillista. Nacido en una familia cristiana, sus padres le enseñaron desde pequeños a querer a Jesucristo y a la Virgen. Sus años de estudio los pasó en un colegio de los jesuitas y ya en sus años se universidad fue apartándose un poco de esa fe constante y practicante. “Se produce en mí un enfriamiento paulatino, aunque no terminé de romper con la Iglesia, fundamentalmente por mi mujer que tiraba de mí mucho más que yo de ella, estaba muy muy frío”, explica Javier. Ocurre también un hecho en familia que a Javier y su mujer les hizo replantarse sus propia vida de fe. Su hijo cuando cumplió los 14 años se separó totalmente de la Iglesia, no quería saber nada y actuaba ante esto de una forma bastante radical.
“Esto nos espoleó a mi mujer y a mí, empezamos a preguntar a algunos sacerdotes qué podíamos hacer, cómo podíamos ayudar a nuestro hijo porque no queríamos que él perdiera la fe y los sacerdotes curiosamente nos decían que teníamos que rezar y darle buen ejemplo. A nosotros en aquel momento, esto que nos dijeron se nos quedaba cortísimo”, explica Javier. Fueron pasando los años y el hijo de Javier seguía en la misma línea de desapego con todo lo que tenía que ver con la Iglesia. Ya con 24 años un día en misa, oyeron hablar de los cursillos de cristiandad y en ese momento tanto Javier como su mujer pensaron que ésto le vendría muy bien a su hijo Santiago. Lo que no esperaban es que estos cursillos no sólo cambiaría la vida de su hijo Santiago sino la de ellos mismos como matrimonio y de manera particular. Asistir a estos cursillos de cristiandad supuso un despertar de esa fe que tenían pero que quizás estaba un poco tibia y dormida por no haberla nutrido lo suficiente. “Nosotros al principio pensábamos que ésto no nos hacía falta para nada pero decidimos acudir principalmente por nuestro hijo.
Lo que puedo decir de haber acudido a este encuentro es que supuso un cambio en mi vida tremendo, un antes y un después. “Lo primero que descubrí en Cursillos de Cristiandad es que Dios me quería, me quería a mí como yo soy con mis virtudes y mis defectos. También descubrí a un Jesucristo que desconocía, al Jesucristo resucitado, me enamoré inmediatamente de él y decidí que ese era mi camino que yo quería seguirle a él. Descubrí que mi vocación en la vida era seguirle”.
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