P. Ignacio María Doñoro: “Estaba asustado, ¿cómo daría de comer a tantos niños en plena pandemia?
El Padre Ignacio-María Doñoro de los Ríos (Bilbao, 1964), es capellán castrense en excedencia cuyo sueño siempre había sido el de llegar a ser Teniente Coronel. La providencia jugó un papel fundamental cuando en este camino se presentó otra oportunidad, ninguna de las dos opciones fue fácil ya que tenía que esperar una semana para alcanzar el rango con el que siempre había soñado o viajar a Sudamérica para dedicar su vida a la infancia. Como él él define a los “niños crucificados”, aquellos que han sufrido la trata por explotación sexual y que previamente fueron abandonados por sus padres.
En este contexto y en plena Amazonia donde vive, más concretamente en Puerto Maldonado, dirige el Hogar Nazaret, “una familia sobrenatural, nacida del sueño de Dios que demanda hombres y mujeres nuevos. Un hogar que hoy más que nunca se ha convertido en refugio espiritual para las familias y los niños empobrecidos en una época también complicada por la pandemia se que está sufriendo a nivel global. “En el hogar Nazaret ha ocurrido momentos de absoluta gracias de Dios, de crecimiento exterior e interior”, explica el Padre. El Hogar Nazaret recoge a niños de extrema necesidad, niños que pueden llegar a comer un plato de comida cada dos días o a veces incluso a la semana.
Niños que no es que presenten problemas de desarrollo sino que presentan problemas de raquitismo, esa pobreza material, esa falta de alimentos, ese abandono provoca una pobreza moral. “Niños que no han sido amados, que no ha sido reconocidos, niños que te dicen que ha sido un error que hayan nacido”, explica. Al Hogar Nazaret llegan niños en ocasiones desfigurados, con problemas físicos pero también niños que llegan con el alma y el corazón roto. En esta situación que puede parecer tan dura llegan a este hogar y en este escenario ocurren milagros que la Virgen hace. “Era evidente que iba a llegar la pandemia y a mi me resultaba horroroso pensar cómo iba a dar de comer a tantísimos niños, empecé a hacer provisiones de arroz.
Los tenía que mandar a sus casas, ¿pero a qué casas los voy a mandar si muchos de ellos no tienen casa? Estuve una semana entera dándole vueltas, rezando, cuando ya no puedes más le dices al Señor: Hazlo tú que yo no puedo, estaba asustado porque no es lo mismo estar confinado con tres o cuatro personas en cuarentena en una casa que estar con 60 niños. ¡Si quieres conocer el final de esta historia llena de milagros y gracia no te la puedes perder!
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