Se salvó milagrosamente de un atraco y esa experiencia le llevó a Dios
Jorge Rodríguez es un abogado peruano y tiene una historia especial que contarnos. Su vida de fe comenzó desde muy niño ya que viene de una familia católica pero poco practicante. Su madre cuando era pequeño le enseñó el estudio de la Biblia y siempre la leían antes de dormir. Desde muy pequeño siempre le atrajo Dios sin ser muy ferviente. Jorge tiene el recuerdo que en el colegio había dos partes, una parte de recreo y otra dedicada a las confesiones. Él acudía a las confesiones y a la mida antes de ir al recreo. Se puede decir que ésta fue la primera relación que tuvo con Dios.
Cuando salió del colegio para empezar a ir a la Universidad, esa cercanía con Dios se fue diluyendo, ya no acudía a los sacramentos como lo hacía antes. En esos tiempos, conoce a un amigo que le empieza a hablar de Dios teniendo mucha paciencia ante la indiferencia que en muchas ocasiones mostraba Jorge. Hablaban de temas de fe. En esos momentos Jorge se consideraba como una persona rebelde y soberbia. Tras momentos continuados de charlas y discusiones, un buen día este amigo le invitó a rezar el Rosario. “Nunca había rezado el Rosario y la experiencia me pareció grata”, explica Jorge. Tiempo después a Jorge le dan una beca para estudiar en España y aterriza en Santiago de Compostela. Allí encuentra un colegio mayor católico donde convivía con sacerdotes con los que aprendió mucho. “Había misa diaria, lectura espiritual a mi me encantaba la filosofía y ellos eran sabios de la filosofía”, explica. Tras terminar la carera de Derecho regresa a Lima pero allí el fuego que había vivido España fue bajando.
“El mundo te absorbe y yo visitaba poco los sacramentos, iba poco a misa y me confesaba de vez en cuando”, explica. Jorge sentía que Dios le estaba pidiendo un poco más. En ese tiempo conoce a su esposa y tiene tres hijos “Creo en esos años haber sido un buen esposo, un buen hijo, pero creo no haber sido un buen cristiano”, cuenta. En el año 2014 tuvo un accidente. Jorge salía de una tienda de comprar un televisor y cuando vuelve a su casa en el coche, otro automóvil le empieza a cerrar el paso. Del coche se bajan dos hombres y le apuntan con un arma en la cabeza. Le robaron todo lo que tenía pero no le hicieron daño.
A los días siguientes Jorge tuvo un estrés postraumático, tenía miedo de salir a la calle. En este proceso también el planteamiento de que se pudiera dar el Jorge una conversión se alejaba ya que según el propio a Jorge por su soberbia él no era carne de cañón para una conversión. No sabía lo que Dios quería de él pero aún así iba a rezarle a la parroquia. Le decía a Dios, “Señor, en las buenas y en las malas estamos juntos”, explica.
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