En momentos difíciles la vida contemplativa nos lleva a Dios, afirma Cardenal Ouellet
(ACI) El prefecto de la Congregación para los Obispos, Cardenal Marc Ouellet, señaló en una carta a las Hermanas Clarisas de Asís que, frente a la pandemia del coronavirus, ha llegado “la hora de la vida contemplativa que devuelve a la humanidad y a la Iglesia a Dios”.
En la carta dirigida a la Madre Priora del Protomonasterio de las Hermanas Clarisas de Asís, la Madre Agnès, el Purpurado señaló que el contexto actual ayuda a eliminar la idea de algunas personas que las religiosas de claustro han “huido del mundo para disfrutar tranquilamente de la amistad de Dios”.
En este momento, en que muchas familias han sufrido la pérdida de un ser querido sin poder acompañarlo en su momento de dolor, “vosotras, contemplativas del Crucificado, estáis en las cabeceras de sus camas, vosotras, a quienes el Espíritu dilata el corazón hasta las fronteras más ocultas de la humanidad sufriente”, agregó.
El Cardenal Ouellet indicó que esta hora, en que muchos están confinados en sus casas como medida para evitar la propagación del virus, es “la hora de la vida contemplativa que devuelve a la humanidad y a la Iglesia a Dios, a lo esencial de la fe, a la oración y a la comunión en el Espíritu”.
“Vosotras, esposas del Cordero inmolado, estáis maternalmente inclinadas sobre los agonizantes del día y sobre los desesperados de la noche, e imploráis sobre todo dolor y toda muerte la consolación de la Esperanza que no defrauda”, añadió.
El Purpurado indicó que la presencia de las religiosas es un soplo del amor de Cristo y un “bálsamo de ternura y paz” que cura las heridas de la humanidad.
Además, señaló que el amor de Dios, un amor “sin fronteras ni límites en la libertad del Espíritu”, permite a las religiosas ser palomas mensajeras de paz y esperanza.
“Este Amor inmolado y vencedor os lleva consigo en su carrera hacia las víctimas más sufrientes de su cuerpo místico”, indicó.
Asimismo, el Cardenal Ouellet resaltó que, como personas de una vida contemplativa, envuelta en la ofrenda inmaculada de María, deben olvidar la propia miseria y ser testimonio gozoso de la alianza con Dios.
“Vosotras estáis en la vanguardia de la Iglesia en todos los combates del Espíritu, nosotros, sacerdotes y laicos enfrentados a las urgencias del hospital de campaña, levantamos los ojos hacia la luz que brilla sobre los tabores de vuestros claustros. Resistimos en la llanura sostenidos por vuestra escucha a Jesús y por vuestros brazos levantados hacia el cielo”, afirmó.
Finalmente, pidió a las religiosas tener al Papa Francisco y a él en sus oraciones, para que Dios los sostenga siempre, y especialmente en la lucha contra la pandemia.
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