Capítulo 7-4ª Parte ‘Conociendo las Escrituras’: La Alianza
Os ofrecemos un programa más de ‘Conociendo las Escrituras’ presentado por Beatriz Ozores, en este capítulo trataremos sobre la Alianza. Es difícil no ver la mano de Dios en el relato del rescate de Moisés. La hija del faraón encontró un cesto flotando entre los juncos y se apiadó del niño que había dentro. Cuando pidió una mujer hebrea que lo alimentara, le llevaron a la madre del niño (aunque la hija del faraón nunca supo que aquella hebrea era su madre). “Cuando el niño creció, su madre lo llevó a la hija del Faraón, que lo trató como a un hijo y le impuso el nombre de Moisés, diciendo: ‘De las aguas lo he sacado’” . Moisés se crió con todas las ventajas que le ofrecía la corte del palacio del faraón. Creció teniendo las mejores ropas, la mejor educación, la mejor comida, lo mejor de todo. Pero su propia madre estaba allí para enseñarle la verdadera fe de sus antepasados .
A medida que crecía, Moisés se dio cuenta de lo mal que era tratado el pueblo de Israel —su pueblo. Un día que paseaba entre los hebreos vio a un capataz egipcio golpear a un esclavo hebreo. Fue como una bofetada para Moisés. Mató al egipcio y a partir de ese momento se rebeló. Rompió su lealtad con la corte del faraón, tomó partido por los hebreos “y prefirió verse maltratado con el pueblo de Dios que disfrutar el goce pasajero del pecado” . Sin embargo, parece como si Moisés recapacitase. Dándose cuenta de lo que había hecho, escondió el cuerpo esperando que nadie lo descubriera . Pero, al día siguiente, se encontró con dos hebreos que estaban peleándose.
Moisés trató de separarlos, pero el que había iniciado la disputa le sorprendió con una desagradable respuesta: “¿Quién te ha constituido príncipe ¡El secreto se había descubierto! Temiendo por su vida, Moisés huyó a Madián. Encontró refugio con un sacerdote de nombre Jetró y al poco tiempo se casó con la hija de éste, Séfora. Los madianitas eran descendientes de Abrahán (ver Gn 25, 12). Éste podía haber sido el final de la historia de Moisés: establecerse y envejecer en Madián, cuidando ganado con su rico suegro y sacando adelante a su propia familia. Pero Dios no había olvidado las dificultades de su pueblo en Egipto, aunque a Moisés sí se le hubiera olvidado. La zarza ardiente: Dios revela su nombre a Moisés Un día, Moisés llevó sus ovejas y ganados a un lugar solitario en la ladera del monte Horeb — “la montaña de Dios”, como el escritor sagrado la denomina—, en el desierto del Sinaí.
De repente vio algo extraño: una zarza que estaba ardiendo y no se consumía. Moisés se acercó a verla de cerca y entonces fue cuando Dios le habló por primera vez. “Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”, dijo la voz desde la zarza. Naturalmente, Moisés se cubrió el rostro “por temor a contemplar a Dios” . Dios se identificó a sí mismo como el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob. Si Dios fuera sólo el Dios de Abrahán, los madianitas y los ismaelitas podían decir que también era su Dios, porque esos dos pueblos descendían de Abrahán. Incluso los egipcios podían pretenderlo de algún modo, ya que una de las mujeres de Abrahán, la primera que le dio un hijo, fue la egipcia Agar. Si Dios sólo hubiera dicho “Abrahán e Isaac”, los edomitas, que eran los descendientes de Esaú, podían también haber dicho que era su Dios.
En cambio, Dios estrecha los lazos familiares: Abrahán, Isaac, Jacob. Éste era el Dios del pueblo de Israel, la familia de la alianza que pertenecía a Dios, el pueblo que ahora era esclavo en Egipto. “He visto el sufrimiento de mi pueblo en Egipto”, le dijo Dios a Moisés. Dios tenía un plan para su pueblo: les llevaría a una tierra que fuera suya, la tierra que había prometido a su padre Abrahán. Entonces Dios le sorprendió a Moisés con un anuncio: Moisés sería el elegido para volver a Egipto y liberar a su pueblo. El último sitio donde Moisés quería ir era Egipto. Suponía que todavía era buscado allí como un criminal. El plan parecía estar abocado al fracaso desde el principio.
Moisés todavía no estaba convencido de que podría lograrlo. “Cuando me acerque a los hijos de Israel y les diga: ‘El Dios de vuestros padres me envía a vosotros’, y me pregunten cuál es su nombre, ¿qué he de decirles?”
¡No te pierdas el programa completo, aprenderás muchas cosas que antes no sabías!
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