Si no sientes la lucha entre el bien y el mal estás anestesiado, alerta el Papa
(ACI) En su homilía de la Misa celebrada en la Casa Santa Marta de este 25 de octubre, el Papa Francisco reconoció que existe la lucha interior entre el bien y el mal y dijo a quien no la percibe que está “anestesiado”.
“Es una lucha entre el bien y el mal; pero no un bien abstracto y un mal abstracto: entre el bien para hacer que el Espíritu Santo nos inspira y el mal para hacer que nos inspira el mal espíritu. Es una lucha. Es una lucha de todos nosotros. Si alguno de nosotros dijera: Yo no siento esto, yo soy un beato, vivo tranquilo, en paz, no siento…, yo le diría: No eres beato, eres un anestesiado, que no entiende lo que sucede”.
En esta línea, el Santo Padre animó a pedir al Señor “la luz” para “conocer bien” lo que sucede dentro de nosotros.
Al respecto, el Papa Francisco destacó que se trata de una lucha cotidiana hasta el final y recordó a los mártires quienes “han tenido que luchar hasta el final para mantener la fe” así como también los santos, como Santa Teresita del Niño Jesús, para quien “la lucha más dura fue en el momento final” cuando sentía “el mal espíritu”.
Por ello, el Santo Padre alentó a hacer examen de conciencia.
“Muchas veces nosotros cristianos ocupados con muchas cosas, incluso con buenas; pero ¿qué pasa dentro de ti? ¿quién te inspira esto? ¿cuál es tu tendencia espiritual de esto? ¿quién te lleva a hacer esto? Nuestra vida suele ser como una vida en la calle: vamos por el camino de la vida… cuando vamos a la calle, solo miramos las cosas que nos interesan; las otras, no las miramos”, afirmó.
En este sentido, el Papa explicó que la lucha es siempre “entre la gracia y el pecado, entre el Señor que quiere salvarnos y apartarnos de esa tentación y el mal espíritu” por lo que exhortó a reflexionar si nuestras decisiones están inspiradas por el Señor o dictadas por nuestro “egoísmo” por el “diablo”.
Lectura comentada por el Papa Francisco:
Romanos 7:18-25
18 Pues bien sé yo que nada bueno habita en mí, es decir, en mi carne; en efecto, querer el bien lo tengo a mi alcance, mas no el realizarlo, 19 puesto que no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero. 20 Y, si hago lo que no quiero, no soy yo quien lo obra, sino el pecado que habita en mí. 21 Descubro, pues, esta ley: aun queriendo hacer el bien, es el mal el que se me presenta. 22 Pues me complazco en la ley de Dios según el hombre interior, 23 pero advierto otra ley en mis miembros que lucha contra la ley de mi razón y me esclaviza a la ley del pecado que está en mis miembros. 24 ¡Pobre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo que me lleva a la muerte? 25 ¡Gracias sean dadas a Dios por Jesucristo nuestro Señor! Así pues, soy yo mismo quien con la razón sirve a la ley de Dios, mas con la carne, a la ley del pecado.
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