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5 formas de vivir más profundamente un voluntariado

5 formas de vivir más profundamente un voluntariado

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(Catholic-Link) En estas últimas semanas, he estado trabajando con mi esposo en la producción audiovisual de las misiones de un grupo de voluntarios que están haciendo algunas actividades como reparar una escuelita, visitar orfanatos y ancianatos y construir casas para familias que viven en contextos vulnerables. Y a través de estas vivencias que tenemos, han surgido algunas reflexiones interesantes:

1. ¿Quieres ayudar? ¡Ponte en marcha!

Para ponerte al servicio de los demás, no necesitas hacer actividades extraordinarias ni irte a un país muy lejano. Mira a tu alrededor y seguro encontrarás a alguien a quien puedas ayudar de forma material, emocional o espiritual. Hay mucha gente que solamente necesita tener a alguien que le escuche y le consuele.

Me quedo con una frase pintada en una de las paredes de la escuela en la que estábamos construyendo que dice: «No dejes que alguien se aleje de ti sin sentirse más feliz» — Madre Teresa. Esa es justamente la esencia del trabajo social, del voluntariado y en general de amar al prójimo. Y quizás a esa frase le añadiría un paréntesis que diga «tu también vas a irte más feliz», porque aunque no lo hagas por eso, siempre te trae alegría el dar algo a alguien que lo necesita.

2. La voluntad y el amor son siempre más fuertes

Los voluntarios con los que estamos trabajando viajan desde Italia a Perú y Ecuador para vivir su experiencia. He visto cómo, tras desembarcar de vuelos de más de 12 horas, se suben a un bus por cinco horas más y al siguiente día, con jetlag incluido, empiezan labores físicas muy fuertes en climas de mucho calor o mucho frío.

¿Cómo es posible que a pesar del cansancio estén ahí de pie dando lo mejor de sí y con una sonrisa en el rostro? La única respuesta posible es el amor. Cuando llegan a conocer a las familias para las que van a construir el primer día, recargan la gasolina suficiente para terminar de construir todo con fuerza y alegría.

3. Trabajar, rezar, amar, repetir

Una cosa muy bonita de este viaje es la combinación de trabajo físico con momentos de oración y reflexión sobre lo que hacemos durante el día. A veces el cansancio y la monotonía de cargar tablas o martillar pueden hacernos perder de vista lo esencial. Esos espacios para interactuar con Dios más profundamente, son los que le dan mayor sentido al trabajo y una comprensión más fuerte de por qué y para qué estamos haciendo voluntariado.

4. Ayuno tecnológico

En nuestros días de hiperconexión, aunque estemos al otro lado del mundo, podemos seguir atados a los amigos, las redes, las apariencias y demás. Es por eso que es importantísimo alejarnos de ello para mantenernos enfocados en el trabajo que hacemos y en las personas con las que estamos interactuando.

Aquí los voluntarios entregan sus celulares, iPads, computadores, etc y terminan haciendo más amigos, aprendiendo juegos de mesa, leyendo más libros y por supuesto, aprovechando más la experiencia.

5. Nadie sabe lo que tiene hasta que mira al otro

A veces estamos tan ensimismados en nuestras preocupaciones y problemas, que olvidamos que hay muchísimas más personas en este mundo que tienen vidas mil veces más difíciles que las nuestras. El hecho de acercarnos a otras realidades, nos ayuda a poner las cosas en su lugar y a mirar los problemas en una perspectiva correcta. Pero además, nos ayuda a valorar lo que tenemos en casa: nuestra familia, la educación que hemos tenido, una buena comida, e incluso una ducha caliente y un baño cómodo.

Al final del viaje, los chicos se van a casa sintiéndose distintos. Han visto realidades muy diferentes a las suyas, se han esforzado muchísimo por construir para las familias, han vivido en condiciones difíciles y han reflexionado sobre su vida a la luz de la experiencia.

Pero esa es solo una primera parte, porque lo ideal es que sigan teniendo un acompañamiento espiritual que les permita comprender por qué es importante vivir con mentalidad de «voluntario» toda la vida y en todos los contextos. Y tú ¿te animarías a hacer un voluntariado? Cuéntanos cuál ha sido tu experiencia si ya has hecho uno y recuerda que siempre habrán razones para ayudar.

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