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Capítulo 5-2º parte ‘Conociendo las Escrituras’: Abrán y la descendencia

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Os presentamos un capítulo más de la serie de videos donde nos acercamos de una manera didáctica a las enseñanzas que nos ofrece la Biblia, de la mano de Beatriz Ozores. Este programa está dedicado a Abrán y la descendencia.

Dios únicamente pide a Abrán la fe en su promesa, que él mismo se compromete a cumplir. Por primera vez Abrán habla con Dios en profunda intimidad, exponiéndole sus inquietudes: puesto que Lot se ha marchado de su lado y él no tiene hijos, tendrá pues que nombrar como heredero a un criado que se haga cargo del clan, a cambio de servir a Abrán mientras viva. “Cuando Dios lo llama, Abrán se pone en camino como se lo había dicho el Señor: todo su corazón se somete a la Palabra y obedece. La obediencia del corazón a Dios que llama es esencial a la oración, las palabras tienen un valor relativo. Por eso, la oración de Abrán se expresa primeramente con hechos: hombre de silencio, en cada etapa construye un altar al Señor. Solamente más tarde aparece su primera oración con palabras: una queja velada recordando a Dios sus promesas que no parecen cumplirs. De este modo, surge desde el principio uno de los aspectos de la tensión dramática de la oración: la prueba de la fe en Dios que es fiel” (CEC, Nº2570).

Saray, esposa de Abrán, que ya tenía 76 años, se impacienta ante el retraso del cumplimiento de la promesa divina de dar descendencia a Abrán. Por eso recurre a una costumbre de aquel tiempo que tenía como finalidad acrecentar el número de hijos. No se trataba propiamente de poligamia, sino de un medio buscado por la esposa legítima de dar hijos al marido. Los patriarcas viven según las costumbres de su tiempo, que a veces muestran una moral imperfecta- hasta la venida de Cristo, Dios tolera aquellas costumbres y formas de conducta imperfectas, en orden precisamente a conducir a la humanidad a metas más elevadas.

“Los libros del Antiguo Testamento manifiestan a todos el conocimiento de Dos y del hombre, y las formas de obrar de Dios justo y misericordioso con todos los hombres, según la condición del género humano en los tiempos que precedieron a la salvación establecida por Cristo. Estos libros, aunque contengan también algunas cosas imperfectas y adaptadas a sus tiempos, demuestran sin embargo, la verdadera pedagogía divina”. (Concilio Vaticano II, Dei Verbum, nº15)

Dios hizo de Ismael una gran nación: fue el padre de los pueblos árabes. Pero el plan de Dios tenía que cumplirse con Abrán y su propia esposa Saray. Ismael no era el heredero que le había sido prometido a Abrán, aunque en aquel momento, Ismael parecía la única solución.

Abrán es la primera persona de la historia bíblica a la que Dios cambia el nombre. Abrán que significa “gran padre”, pasa a llamarse Abrahán, que significa “padre de multitud de pueblos”- Dios confiere al patriarca una personalidad nueva y una misión, que quedan reflejadas en el significado del nuevo nombre. Este nombre, por tanto, está en relación con la promesa que acompaña a la alianza; a partir de ahora, la figura del patriarca, toda su personalidad, depende de la alianza con Dios y está al servicio de la misma.

 

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