Este niño que previó su partida al Cielo sigue camino a los altares
(ACI) Nelson Santana, conocido como Nelsinho, es un niño brasileño cuyas virtudes heroicas fueron reconocidas por el Papa Francisco. El menor tenía un brazo amputado, sufrió muchos dolores, pero soportó todo unido a Jesús y previó que partiría a la Casa del Padre en la noche de vísperas de Navidad.
Nelsinho nació en Ibitinga el 31 de julio de 1955, siendo el tercero de los ocho hijos del matrimonio de João Joaquim Santana y Ocrécia Santana. Un día, a los siete años, mientras jugaba en la hacienda donde vivía con su familia, se lastimó gravemente el brazo y fue llevado a la Santa Casa de Misericordia de Araraquara.
En el libro “Nelsinho para todos”, el misionero redentorista P. Gerhard Rudolfo Anderer, que conoció a Nelson Santana, relató que en el hospital el niño hizo amistad con la hermana Genarina, quien le propuso aprovechar el tiempo que pasaría internado para hacer una buena catequesis.
Nelson Santana / Foto: www.nelsinhosantana.com.br
Esta sería la primera vez que el niño sería internado en un hospital. Durante ese periodo aprendió sobre “el Amor de Dios por nosotros y cómo Jesús nos liberó del mal”. Entonces, prometió a Jesús “que llevaría su cruz cada día y cada hora con buena disposición y sin quejarse jamás”.
Ya de regreso en su casa, entró un día corriendo a la cocina y le dijo a su madre, angustiado: “Madre, ahora mismo voy a hacer un pecado muy grave, un pecado feo, un pecado mortal”, a lo que su madre, asustada, preguntó qué sucedía.
El niño respondió: “Prometí a Jesús no reclamar cuando tenga que enfrentar el dolor y el sufrimiento. Pero ahora, no aguanto. Ya es demasiado. Mi brazo está peor que antes”. Entonces la mamá lo consoló y le explicó que no era pecado avisarle cuando sentía dolor y lo llevó nuevamente al hospital.
Rápidamente el niño fue atendido y el médico dijo a la hermana Genarina que no había otra solución que amputarle el brazo. La religiosa habló primero a los padres y luego con Nelsinho.
La hermana Genarina recordó al niño una canción que cantaban durante la catequesis: “Mi corazón es sólo de Jesús. Mi alegría es la Santa Cruz. En penas y dolores, en dura aflicción, que viva Jesús en mi corazón”. Luego le dijo que aquel día Jesús le iba a pedir “mucho más que su dolor”.
Para sorpresa de la religiosa, el niño respondió: “Aunque sea mi brazo entero, Jesús lo puede llevar, porque todo lo que es mío también es de Él”.
En el libro, el P. Gerhard recuerda que en 1964 llegó a Araraquara para el curso de los sacerdotes nuevos y fue ahí cuando conoció a Nelsinho, durante una visita al hospital. Ambos conversaron, el niño le relató que ya hacía ocho meses que estaba allí, que era la segunda vez que estaba internado y le confesó que le gustaría comulgar todos los días.
A partir de ese encuentro, el P. Gerhard se comprometió a llevarle todos los días la Eucaristía. Nelsinho “comulgaba y recogía en todo su ser el Corazón de Jesús”, recordó el sacerdote.
Sin embargo, cuenta el redentorista, aunque era grande el consuelo al recibir la Eucaristía, también lo era el sufrimiento durante los días de tratamiento, cuando, “para no gritar de dolor, besaba con fuerza el crucifijo” que le había regalado sor Genarina.
Llegó entonces el periodo en que los redentoristas se van de retiro espiritual. El P. Gerhard explicó a Nelsinho que serían cinco días de retiro en que estarían rezando; y el niño se comprometió a estar unidos a ellos en oración. Pero, en esta misma conversación, reveló que le gustaría pasar la Navidad en el Cielo, “si Jesús así lo quisiera”.
“No sé cómo es en el Cielo. Pero si necesitas de un brazo, ya consigo hacer alguna cosa como decirle a Jesús: ‘¡Ayuda a este aquí! ¡Mira eso allí! No dejes de socorrer a aquel allá “, dijo el niño en esa ocasión.
Pero como la Navidad todavía estaba lejos, afirmó que no había problemas. “Así que tengo más tiempo para prepararme”, señaló.
Durante el retiro espiritual el P. Gerhard recibió una llamada urgente y fue al hospital, donde Nelsinho decía estar mal. El niño pidió recibir la Comunión y la Unción de los enfermos. Después de recibir los sacramentos, volvió a sentirse bien.
Pero llegó el 24 de diciembre y el P. Gerhard debía ir a la ciudad de Fernando Prestes para celebrar la Navidad. Entonces el sacerdote fue a comunicarle la noticia al pequeño Nelson y darle la Comunión.
“Nelsinho, como siempre, recibió a Jesús devotamente y cerró los ojos. Bajó su cabeza y puso su mano sobre su pecho”, recuerda el sacerdote. En ese tiempo, la hermana Genarina llegó con otros niños para armar el pesebre cerca del niño, que no podía levantarse. Él, sin embargo, respondió: “Pero no voy a estar más aquí”.
El sacerdote conversó con el niño para saber por qué decía eso, y él declaró: “¡Hoy, al anochecer, Jesús me llevará al Cielo!”. Ambos conversaron nuevamente sobre el amor de Dios, al cual quería retribuir “conquistando el máximo de niños para Él”.
El niño convino con el sacerdote: “Todos los días, en la hora de la Santa Misa, después de la consagración, cuando el padre levante la hostia, diga con pocas palabras a Él lo que quiere, pues yo estaré bien atento al lado para insistir, con confianza, tirando de su manga, diciendo: ‘Jesús, atiende al sacerdote, atiende a toda esa gente’. Tengo la certeza de que no va a fallar”.
Después del que sería el último encuentro entre los dos, el P. Gerhard se fue a la ciudad de Fernando Prestes donde presidió la Misa a las 7:00 p.m., hora en que Nelsinho partió a la Casa del Padre, era el 24 de diciembre de 1964.
Traducido y adaptado por Eduardo Berdejo. Publicado originalmente en ACI Digital.
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