Capítulo 3-2ª Conociendo las Escrituras: Y Dios creó al hombre
Os presentamos un programa más de ‘Conociendo las Escrituras’ presentado por Beatriz Ozores, en este capítulo que lleva por título ‘Y Dios creó al hombre’. Hemos visto en el primer capítulo del Génesis cómo todo el universo fue creado como un templo. Pero, si es un templo, ¿donde está el santuario?, ¿dónde está el sacerdote? El segundo relato del Génesis contesta a estas preguntas.
Se inicia ahora una nueva narración de los comienzos, descrita en un lenguaje simbólico y de gran viveza expresiva, que nos sitúa ante verdades trascendentales y resalta aspectos de orden antropológico, psicológico y religioso, que pertenecen ak hombre de todos los tiempos. El primer relato del Génesis llama a Dios en hebreo Elohim, el Dios creador. Ahora el relato empieza a llamar a Dios Yahweh, el Dios Señor de la Alianza. “Entonces, el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, insufló en sus narices aliento de vida, y el hombre se convirtió en un ser vivo…” (Gn2,8-9). El jardín en el que Dios pone al hombre es descrito como un frondoso oasis, con la peculiaridad de que en el centro hay dos árboles; el de la vida y el del conocimiento del bien y del mal, que simbolizan el poder de dar la vida y el ser punto último de referencia del actuar moral del hombre. “El Señor Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín del Edén para que lo trabajara y lo guardara.” (Gn 2,15)
Aquí Dios da instrucciones a Adán. Tiene que cuidar el jardín y “guardarlo”. De hecho,, Adán será como un sacerdote. En el jardín del Edén Dios ha creado un lugar sagrado donde poder encontrarse cara a cara con su sacerdote, Adán. Y el Señor Dios impuso al hombre este mandamiento: De todos los árboles del jardín podrás comer; pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerá, porque el día que comas de él, morirás.” (Gn 2, 16-17)
El hecho de que el hombre tenga acceso al “árbol del conocimiento del bien y del mal” significa que Dios ha dejado el camino abierto a la posibilidad del mal, en virtud de un bien mayor: la libertad de la que ha dotado al hombre. El mandato de Dios a Adán y Eva implica el deber de reconocer su carácter de criaturas, y no de creadores. Cuando el hombre quiere decidir por sí mismo qué es el bien y qué es el mal lo que pretende en definitiva es ser como Dios. La autonomía moral absoluta es una tentación que se presenta constantemente al hombre, y en la que cae cuando olvida que existe un Dios Creador y Señor de todo, también del hombre.
La manera de narrar la creación de la mujer, a partir de una costilla de Adán, quiere enseñar, en contraste con la mentalidad de su tiempo, que el varón y la mujer son de la misma naturaleza y tienen la misma dignidad, pues ambos proceden del mismo barro que Dios modeló.
-La Caída
La biblia nos enseña a continuación cuál es el origen del mal, que no viene de Dios, sino del pecado.
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