El Papa Francisco pide orar con respeto: No se puede rezar como papagayos
(ACI) Durante la Audiencia General de este miércoles 20 de febrero el Papa Francisco advirtió que al rezar “no se pueda rezar como ‘papagayos’”, y advirtió que “o se entra en el misterio, en la conciencia de que Dios es tu Padre, o mejor no reces”.
El Papa destacó el misterio que encierra la oración del Padre Nuestro y recordó que “el primer paso de toda oración cristiana es el ingreso en un misterio: el de la paternidad de Dios”.
“Para comprender en qué medida Dios es nuestro padre, debemos pensar en la figura de nuestros padres, pero, dentro de lo posible, debemos refinarla, purificarla”. En este punto, señaló que “ninguno de nosotros ha tenido padres perfectos, del mismo modo que nosotros nunca seremos padres perfectos o pastores perfectos”.
Por ese motivo, “cuando hablamos de Dios como ‘padre’, mientras pensamos en la imagen de nuestros padres, especialmente si nos han querido de verdad, al mismo tiempo debemos ir más allá”. “Los hombres y las mujeres son eternos necesitados de amor, buscan un lugar donde sean finalmente amados, pero no lo encuentran. ¡Cuántas amistades y cuántos amores decepcionados hay en nuestro mundo!”.
También llamó la atención sobre la ambivalencia del amor humano, “capaz de florecer y de vivir con plenitud durante una hora al día, e inmediatamente después marchitarse y morir”.
Con frecuencia, “nuestro amor es una promesa que cuesta mantener, un intento que pronto se agota y se evapora, un poco como cuando en la mañana sale el sol y evapora el rocío de la noche”.
Sin embargo, “existe otro amor, el del Padre que está en los Cielos. Nadie debe dudar de que es un destinatario de ese amor. Nos ama. ‘Me ama’, podríamos decir. Incluso si nuestro padre y nuestra madre no nos amaran, hay un Dios en los Cielos que nos ama como nadie en esta tierra. El amor de Dios es constante”.
“Por lo tanto”, concluyó el Papa Francisco su catequesis, “¡no temáis! Ninguno de nosotros está solo. Incluso si, lamentablemente, tu padre terreno se hubiese olvidado de ti y tú le tuvieras rencor, no te ha sido negada la experiencia fundamental de la fe cristiana: la de saberse hijo amadísimo de Dios”.
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