“Pero os digo que Elías ya ha venido, y no lo reconocieron, sino que han hecho con él lo que han querido”
Evangelio según S. Mateo 17, 10-13
Cuando bajaban del monte, los discípulos preguntaron a Jesús: «¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?». Él les contestó: «Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido, y no lo reconocieron, sino que han hecho con él lo que han querido. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos». Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan el Bautista.
Meditación sobre el Evangelio
Había estado Elías arriba y comentó la muerte a que ahora Jesús aludía. Ello les sugirió esta pregunta sobre Elías, viniendo antes del Cristo. El Maestro asintió; había venido viniendo el Bautista. Es modo de hablar de Dios, importante de saber para no pegarse a la letra, la metáfora, el símil sin avisar que lo es, la trasposición de personajes. Es manera de hablar que deja amplio espacio a la fe, a una ciencia con ignorancia, a una luz que, vista, todavía se requiere el Espíritu dentro, para verla como es. No siempre es así, pero a menudo. Con fe y con dulzura infantil se aprovechan tales revelaciones, y operan ellas el fruto a que Dios las destinó.
Al Bautista se refería Dios cuando advirtió que vendría antes Elías; un personaje incomparable, primero entre los profetas y conductor de Israel. Dicha tarea sería la del Bautista, superior incluso, puesto que es «más que profeta», «el que prepara los caminos del Señor», el que conduce a Israel en el desierto para que allane al Mesías sus senderos.
No había tenido la resonancia sonora que se le auguraba, porque los presidentes de la espiritualidad le habían obstaculizado, lo habían desacreditado, abandonáronlo a la intriga, intrigantes muchos de ellos. Lo habían, en flor, asesinado. Es verdad que su función era restablecerlo todo para la obra del Mesías; pero no le dejaron.
No es un poder absoluto el que ordinariamente Dios confiere de culminar una obra de renovación. Los hombres que se han de renovar, aportarán su algo. Parte de ellos, trabajados por el demonio, aprovechan la posibilidad de su querer o no querer para no querer; es decir, para hacer daño, obstruir, destrozar, impedir: «Han hecho de él lo que han querido».
No le cogen a Dios de sorpresa estas villanías. Las ha visto y les deja vía libre cuando quiere, porque algo muy bueno busca en medio de ellas: «Como estaba escrito». El hijo suyo no ha de amortecerse de miedo y desencanto, pues aunque los diabolizados hagan con él lo que quieran, es porque estaba escrito, o sea, porque estaba previsto un gran bien de esa manera con esos villanos. ¿Cuál? La fe se gloría en los interrogantes; se gloría y se entrega, porque ama.
Lo mismo, añade, sucederá al hijo del hombre. También está escrito. No voy ciego a mi muerte, sino viéndola; no me cae impensadamente, sino mirándola. No retrocedo, porque amo al Padre y porque os amo. No era esta la voluntad primera del Padre, sino que todo Israel corriese a abrazarme y se entregase a mi luz; pero van a ser malos, los jefes se harán capitanes de esa maldad superior y muchos les seguirán. El Padre me ha dicho que pase adelante, por los escogidos que me escogerán entre todas las cosas y que trocarán en su vida mi palabra.
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