La fe no se puede vivir y alimentar a base de “chupinazos espirituales”
El joven músico católico Javier Portela nació y creció en el seno de una familia buena y tranquila, vinculada al movimiento católico Comunión y Liberación.
Sin entender el porqué, en su adolescencia brotaron en él una violencia y rebeldía que le llevaron a sufrir mucho y también a causar mucho sufrimiento.
Hasta que el Señor se interpuso en ese camino oscuro.
Comenzó un nuevo itinerario, en el que han sido fundamentales la familia (que me ha sostenido queriéndome por lo que soy, no juzgándome por lo que hice”) y María, su fiel compañera de viaje.
Poco a poco, Javier aprendió a escuchar (no sólo para componer y cantar), y a identificar la acción del Espíritu Santo en su vida; a trabajar con empeño la humildad y a hacerse dócil a la voluntad de Dios, que ahora es lo que más le preocupa.
También descubrió por qué Dios impidió que muriera cuando era sólo un niño. Ya se lo advertían su abuela y su madre: cuidado que Él tiene algo especial para ti.
Javier Portela ahora tiene la certeza de que “la verdadera libertad se encuentra saliendo de uno mismo para amar y dejarse amar”.
Se ha entregado en cuerpo y alma (aunque sea una ruina económica), a evangelizar a través de su música y las redes sociales, porque “no hay nada mejor que escribir canciones que hablen de Dios, sin tapujos ni rodeos:
“Ahora que me he encontrado con el Señor, no tengo nada que perder, así que voy a saco hablando de Él”.
Pero Javier advierte también de que no se puede alimentar la fe a base de “chupinazos espirituales”: hay que saber decir “Señor eres grande” en todo momento, y muy especialmente cuando las cruces se hacen demasiado pesadas.
También hay que agradecer y ofrecer a Dios todo lo que nos hace sufrir.
Considera un error despreciar la música católica de toda la vida. Las canciones de siempre han salvado y sigue salvando muchas almas. Por eso dice que, con su música él no quiere cambiar nada, “sólo quiero aportar”, “ser cada día más de Dios y menos mío”.
“Me he enamorado del Señor y no hay vuelta atrás”. Escucha la historia de Javier Portela y no dejes de compartirla para que, si Dios quiere, algún joven pueda también ser rescatado y transformado.
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