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“Por los dones nos movemos a impulsos del Espíritu Santo y no del espíritu mundano o diabólico” | Día 42

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LA GRANDEZA DEL SACERDOCIO Y EL DON DE TEMOR | DÍA 42 | NUEVO PENTECOSTÉS SACERDOTAL

El Don de Temor de Dios es «un hábito sobrenatural por el cual el justo, bajo el instinto del Espíritu Santo y dominado por un sentimiento reverencial hacia la majestad de Dios, adquiere docilidad especial para apartarse del pecado y someterse totalmente a la divina voluntad» (Antonio Royo Marín. ‘El gran desconocido. El Espíritu Santo y sus dones’).

El Espíritu Santo nos da la vida sobrenatural. En unión con el Padre y el Hijo, el Espíritu Santo es el dulce huésped de nuestras almas, en donde mora como en un verdadero templo viviente, no de una manera pasiva e inoperante, sino para desplegar en ella una actividad vivísima, orientada a perfeccionarla y conducirla a la santidad. Nos da organismo sobrenatural. Es una auténtica «vida nueva».

Pero, como solía decir el Padre Luis María Mendizábal: «Ni las virtudes sin los dones, ni los dones sin las virtudes». Es decir, como explica el padre Santiago Arellano, que tenemos que remar trabajar por las virtudes, aunque cueste y, a la vez, estar siempre abiertos y dispuestos a que Dios nos regale su modo divino (sus dones).

Y así, “cuando estamos movidos por los dones, tomar fuerza para cuando haya que seguir remando con nuestro pobre modo humano”. “Hemos de pedir el Don de santo Temor que nos ayude a preferir morir antes que pecar y a dejarnos mover, con total humildad, por ese respeto reverencial a nuestro Padre Dios que tanto nos ama y a querer cumplir en todo su Voluntad.

Considera si el Señor te puede decir así:

Camina con corazón de niño, dispuesto a conquistarme, sólo así entenderás que el temor que te nace es el de no ofenderme; en los momentos de peligro y oscuridad no te escondas de Mi Presencia, para eso debes permanecer pequeño y sencillo; el que se esconde es porque ha perdido la inocencia de los más pequeños. Si supieras como llora Mi Corazón de alegría cuando mis sacerdotes permanecen sólo en el temor de los niños que no quieren ofenderme…

Y respóndele con estas o parecidas palabras:

Señor, concédeme el Don de Temor. No para tenerte miedo, sino para desear morirme o perderlo todo antes de desagradarte lo más mínimo. Quiero tener perfecta conciencia de mi pequeñez, viviendo la Bienaventuranza de los Pobres de Espíritu, para poder honrar y glorificar la grandeza de tu Amor y tu Misericordia. Jamás permitas que me separe de Ti. Realiza en mí, y en todos mis hermanos sacerdotes, un Nuevo Pentecostés que nos haga vivir la santidad a la que nos llamas”.

 

No te pierdas ningún vídeo de este itinerario. Puedes seguir la serie completa gratis y en cualquier momento, a través de nuestro canal de YouTube en la lista Nuevo Pentecostés Sacerdotal.

 

*Texto del libro ‘Nuevo Pentecostés Sacerdotal. Cincuenta días para renovar nuestro sacerdocio’, escrito por el padre Santiago Arellano Librada. Se puede adquirir en la web de la editorial Cor Iesu,  en librerías y plataformas comerciales.

 

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