“Os prometí que estaría con vosotros todos los días hasta el fin del mundo y lo cumplo” | Día 39
EL SACERDOTE HOMBRE DE ESPERANZA | DÍA 39 | NUEVO PENTECOSTÉS SACERDOTAL
Jesús en Su Ascensión nos habla de que “se nos va a enviar la promesa del Padre para que nos revistamos de la fuerza que viene de lo alto, es decir del Espíritu Santo. Éste es el motivo de nuestra gran esperanza”.
Es esa promesa del Padre la que va a hacer que vivamos en plenitud las virtudes teologales y nuestra Santidad. Saber que estará siempre con nosotros nos lleva a ser hombres de profunda esperanza en Cristo.
El Señor lo narra así a la beata Concepción Cabrera: “La esperanza es una virtud que eleva, que hace poner la vista del alma en lo divino, que no ve pero que está segura de alcanzar, es virtud que implica confianza, que se apoya en el cielo, que no se arrastra y se empolva con la tierra.
Es la virtud del que sufre, que infunde en el alma la certeza de la bondad divina y la arroja a la confianza y la tranquiliza.
Es una virtud que da valor, hambre y sed de lo divino. Junto con la fe y la caridad, las virtudes teologales, “perfeccionadas hasta el mayor grado posible en la tierra, las posee el sacerdote que se transforma en Mí”.
Ése estar con nosotros, nos hace confiar en la Divina Providencia.
El Catecismo de la Iglesia Católica -apunta el padre Santiago Arellano Librada- tiene textos preciosos hablando de ese cuidado amoroso de Dios con nosotros. Y, además, se aviva esta esperanza con el Espíritu Santo:
“Llamamos divina providencia a las disposiciones por las que Dios conduce la obra de su creación hacia esta perfección: “Dios guarda y gobierna por su providencia todo lo que creó, alcanzando con fuerza de un extremo al otro del mundo y disponiéndolo todo con dulzura”. [Del Nº 302 del Catecismo de la Iglesia Católica: Dios realiza su designio: la divina providencia].
Querido hermano sacerdote, considera si el Señor te puede hablar así:
“Mi Padre al pensar en una Iglesia, pensó en un pueblo unido. Para eso necesito sacerdotes transformados en Mí. En ellos está Mi Esperanza. Por eso, elegidos con amor de predilección, deseo hacerlos uno Conmigo y uno en Mí.
Las almas están sedientas y necesitan sacerdotes santos que las santifiquen.
Quiero que seas un hombre de Esperanza, que confíes en Mi Acción en ti y en el mundo entero. Yo os prometí que estaría con vosotros todos los días hasta el fin del mundo y lo cumplo.
Me quedé no sólo en los sacramentos, sino también en cada corazón que con ardor me desea. Mi deseo es que todos sean uno para que el mundo crea. El mundo se salvará por la unificación de corazones movidos por Mi Espíritu. Cuento contigo para ayudarme a que pronto haya un solo rebaño Conmigo como único Pastor”.
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*Texto del libro ‘Nuevo Pentecostés Sacerdotal. Cincuenta días para renovar nuestro sacerdocio’, escrito por el padre Santiago Arellano Librada. Se puede adquirir en la web de la editorial Cor Iesu, en librerías y plataformas comerciales.
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