“Todo árbol sano da frutos buenos; pero el árbol dañado da frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos”
Evangelio según S. Mateo 7, 15-20
Dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Así, todo árbol sano da frutos buenos; pero el árbol dañado da frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis».
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Meditación sobre el Evangelio
De continuo manifiesta Jesús lo que es la caridad y advierte lo que supone adoptar una vida sin ella. En esta ocasión les habla de los falsos profetas y de la necesidad de distinguirlos para no caer en sus persuasiones malignas acerca del vicio y de la virtud y teologías malsanas, que irremediablemente les lleven al mal.
Vendrán predicadores, directores, que se introducirán entre vosotros como ovejas, pero son lobos rapaces. ¿Cómo distinguirlos?, miradles sus obras y palabras: el árbol malo produce frutos malos.
Veréis que sus obras son de avaricia, de ambición, de dureza; veréis que no son de cariño, de generosidad, de sacrificio en sí mismos por los otros; veréis que aunque ellos se proclaman de Dios, su boca desprende expresiones hirientes, despectivas, exigentes, despiadadas, infladas, orgullosas; que no pronuncian palabras que arden el corazón; son frías aunque sean elocuentes, gritadoras o austeras; dan frío, no dan esperanza ni encienden caridad.
Y es que el espíritu de Cristo es la caridad de Dios comunicada a nosotros, la unidad de los hombres y la paz del amor, el estilo nuevo de Jesús bajado del cielo.
«La lengua habla de la abundancia del corazón», «en esto los conoceréis, en que se aman los unos a los otros», en que son vivo el sermón de la montaña.
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