“No está aquí. Ha resucitado”
Evangelio según S. Marcos 16, 1-7
Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y muy temprano, el primer día de la semana, al salir el sol, fueron al sepulcro. Y se decían unas a otras: «¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?». Al mirar, vieron que la piedra estaba corrida y eso que era muy grande. Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de blanco. Y quedaron aterradas. Él les dijo: «No tengáis miedo. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí. Ha resucitado. Mirad el sitio donde lo pusieron. Pero id a decir a sus discípulos y a Pedro: “Él va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis, como os dijo”».
Meditación sobre el Evangelio
Al ponerse el sol el sábado concluían las obligaciones prescritas por la ley para guardarlo, y salieron a comprar aromas para ir al día siguiente, muy temprano, a embalsamar el cuerpo de Jesús. Ya sabían donde lo habían puesto (Mc 15,47). Les impulsa el cariño que sienten por el Maestro, avivado por el Espíritu que las guía y las hace no detenerse, aunque no sepan cómo ni quién les abrirá la entrada al sepulcro. ¡Cuántas veces, por un impulso secreto del Espíritu, nos lanzamos a lo que vemos sin sopesar cómo se realizará o qué dificultades nos vamos a encontrar, y el camino se nos va abriendo y desapareciendo los obstáculos en su justo momento…! Así les ocurre a ellas, y se encuentran con lo inesperado, una de esas ‘casualidades’ con las que tanto gusta a Dios ‘jugar’ el juego de la fe-amor con sus hijos: la enorme piedra estaba ya corrida. ¡Tantas situaciones de la vida diaria nos resultan tan imposibles de resolver…! Como grandes losas pesan sobre nosotros, nos paralizan, y nos tapan la luz, la luz de Dios… ¡Y su resolución está tan lejos de nuestro alcance…! Pero para Dios nada hay imposible. Nuestros imposibles quedan pulverizados por la esperanza de corazón puesta en él, en que él actuará… ¡Y actúa tanto así…! La fe esperanzada puesta en él hace que se enternezca, que se le derritan las entrañas y actúe con desbordante amor…
Al roce con lo sobrenatural, cuando el amor no es perfecto, aparece el miedo, el temor. A ellas, Dios se lo quita rápidamente con la maravillosa y gozosa noticia de la resurrección, convirtiéndolas, además, en mensajeras para Pedro y los discípulos de tan magna noticia; señalándoles también la vuelta a Galilea, a la tierra donde le conocieron y todo comenzó para ellos. Y todo recomenzará, pero de otra manera: con la experiencia ya vivida de su poquedad, y la de haber palpado tangible y visiblemente el amor de Dios a través de su Hijo hecho hombre, que con ellos ha vivido y del que lo han recibido gratuitamente. Él les llevará por todo el mundo para darlo también gratuitamente (“Gratis habéis recibido, dad gratis” —Mt 10,8b—). Jesús les ha precedido en vida, les ha ido guiando, llevando, educando la fe y el amor. Siempre les precederá, guiándolos con el Espíritu y estando ya con ellos todos los días hasta el final de los tiempos (Mt 28,20b).
(115)