Una mala decisión truncó su carrera y la llevó a un abismo. Con gente buena y con ‘Lázaro’, volvió a la vida.

Marina es venezolana y lleva más de nueve años en España. Vino a mejorar su formación, una carrera prometedora que había iniciado en su país como abogada, aunque siempre encontraba el modo de integrar también su verdadera pasión: la música.

Tomó una mala decisión y nunca imaginó las consecuencias.

Pasó de crecer entre algodones, de una vida cómoda arropada por su familia, a vivir en la calle y conocer lo más oscuro y cruel que se mueve en las noches. Fue poco tiempo, pero suficiente.

Aunque se alejó de la Iglesia, siempre mantuvo su conversación con Dios y la Virgen, y sabe con certeza que eso le salvó del peor destino previsible en una situación de vulnerabilidad total: drogas, prostitución, desamparo absoluto. De día, era testigo de la superficialidad y el derroche en el que vivimos.

Pero, una vez más, Dios tenía un plan para ella.

Superó su alejamiento de la Iglesia, su orgullo y pidió ayuda. Y todo puede cambiar cuando uno se “abaja” y pide ayuda. Ese orgullo incrustado en nosotros es un gran obstáculo.

Una imprevisible cadena de situaciones y personas buenas empezaron a tirar de ella hacia arriba, a la resurrección final de la mano de Fundación Lázaro, que ofrece un hogar, y una familia y un encuentro con Cristo, a quien lo perdió todo. “Sin Lázaro me hubiera quedado muerta. Ha sido una resurrección”, asegura Marina

Ahora, no solo ha recuperado su vida, la dignidad, un trabajo y todas las ilusiones.

Actualmente, además de su trabajo como teleoperadora, continúa sus estudios, regala su voz a la Iglesia y, desde un ‘hogar Lázaro’, ayuda a otras personas que luchan por salir del abismo que ella llegó a conocer.

No te pierdas su impresionante testimonio. Una vez más, maravíllate conociendo cómo Dios lo hace todo nuevo.

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