Detrás de la violencia y adicciones de los jóvenes, hay una profunda soledad y falta de referentes | Manuel Araus Segura
Hablar con Manuel Araus Segura es como hacer una resonancia magnética en la que van asomando todos los puntos clave del deterioro social al que estamos asistiendo y, en particular, a una emergencia educativa (término del Papa Benedicto XVI) que exige ya menos diagnósticos y urgentes soluciones.
A este educador le avalan más de 40 años de fidelidad y coherencia en el ejercicio de su profesión y de sus principios. Ahora sostiene una lucha a contracorriente en un sistema educativo que ya es incapaz de ilusionar a los profesores ni de dar un mínimo aliciente para que los alumnos puedan aprender y también formarse como personas.
Araus se pregunta “qué sociedad hemos hecho para que un joven sólo quiera evadirse, drogarse, matarse, no poder mirar al futuro, no apostar por la vida”…
Detrás del fracaso escolar, de las pantallas, de las adicciones, de la conflictividad y la violencia que se vive en muchas aulas y en muchas casas, “lo que hay es una profunda soledad y una ausencia de familia y referentes sólidos“, que está “destrozando a los chavales“. Muchos no han vivido nunca una experiencia tan vital como es sentirse queridos, conocer el amor gratuitamente entregado por un padre o una madre. O la experiencia de aprender a compartir, porque ya tampoco hay hermanos. Son los que Manuel Araus llama “huérfanos reales”.
También falta fe y justicia social. No cree que los jóvenes de antes fueran de una pasta diferente o mejor que los de hoy, pero hace décadas que estamos en un proceso antinatural. Asistimos al borrado de 40 años, al desarraigo del pasado, que altera una visión ordenada del presente e incapacita para tener una perspectiva de futuro.
Según Araus, “está sucediendo todo lo contrario a lo que dicta el sentido común y con una estructura diabólica”.
La lucha es difícil pero la esperanza también está siempre presente para este hombre comprometido con su profesión, su fe y el tiempo que le ha tocado vivir. Por eso, Manuel Araus dice que estamos en un momento crucial, en el que los pequeños gestos tienen una gran trascendencia para los chicos. Y “los profesores no pueden ir como francotiradores, no pueden viajar solos”, tienen que acompañarse y compartir.
“No tengo vida suficiente para dar las gracias por todo lo que he recibido”, asegura Araus cuando hace una breve retrospectiva de las herencias recibidas desde su infancia y de una sociedad vertebrada, en la que se compartía un sustrato social y cultural sobre el que poder construir y dialogar; que daba importancia al trabajo, al estudio, al esfuerzo y a las redes sociales humanas, no las digitales.
Por eso su empeño, es continuar, sin desaliento, devolviendo todo lo que la vida le ha enseñando.
Manuel Araus Segura es profesor de Educación Secundaria y ha sido “de casi todo” en el ámbito escolar: tutor en EGB, en el primer ciclo de secundaria y ahora en el tercer ciclo de primaria. Es militante del Movimiento Cultural Cristiano desde la década de los 80, que considera “la parcela de la Iglesia Católica donde ha madurado y sigue madurando mi fe“.
Participa en la plataforma Profesionales por el Bien Común, es promotor de la iniciativa divulgativa Educación para la Solidaridad y miembro del Consejo de Ediciones de Voz de los sin Voz, donde ha publicado, entre otros, los libros ‘Emergencia educativa… Juventud a pesar de todo’ y ‘Emergencia educativa… La escuela a pesar de todo’.
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