No conseguía ver el rostro de Jesús… hasta que caminó en Emaús – Salvador Fernández-Oliva
Estudió ingeniería, pero sus cualidades para el arte y su pasión por el mundo ecuestre le llevaron a ser un reconocido escultor por sus representaciones de caballos.
En su taller también esbozaba pinturas y esculturas sacras: cristos, vírgenes, santos… pero la mayoría de estas obras no salían nunca de allí. Salvador sentía que a estas piezas les faltaba “vida” para transmitir, para ser algo más que una bella composición. No hace mucho tiempo, todo eso cambió de forma radical.
Después de un brevísimo – pero fundamental – encuentro con la Virgen y su conversión fulminante en un retiro de Emaús, Salvador abrió los ojos a un camino nuevo. Se dio cuenta de que a sus obras les faltaba oración y la guía del Espíritu Santo.
El escultor madrileño llevaba tiempo trabajando en un Cristo crucificado que nunca conseguía terminar. El rostro de Jesús no era como el artista imaginaba que debía ser, porque era un Cristo agonizante, aún vivo en el momento en el que entrega a su Madre, a la Santísima Virgen, a toda la humanidad en la persona del apóstol san Juan.
Salvador nunca había logrado terminar aquella escultura por que sentía que no alcanzaba a reflejar toda la intensidad y trascendencia de ese momento de la Pasión. El artista se emociona recordando cómo después de Emaús, en apenas 3 días, por fin consiguió ver el rostro de aquel Cristo crucificado y moribundo.
Es sabido que los procesos creativos, por lo general, exigen un recorrido; rara vez nace una obra en minutos, horas o de la noche a la mañana. Para Salvador, aquella fue la certeza de la actuación del Espíritu Santo guiando sus manos.
Hay otro hecho relevante para el artista, y es que el destino de este Cristo es la Capilla de las Apariciones, en el santuario de Pontevedra (Galicia, España) donde la Virgen y el Niño Jesús se aparecieron a sor Lucía, la vidente de Fátima aún viva (beatificada en junio de 2023).
Allí residía Lucía, en 1925 y principios de 1026, cuando Jesús niño pidió a la religiosa que extendiera la devoción de los 5 primeros sábados de mes en reparación del Inmaculado Corazón de María.
Aún pasaría algo más que para Salvador supone un inesperado punto místico: la cruz que sostiene a su Cristo se ha hecho con la única viga sana que quedaba en el santuario. La viga en cuestión procedía de la celda que ocupó sor Lucía durante el tiempo que vivió en ese convento gallego.
Salvador sabe ahora que su conversión y su trabajo ya van siempre unidos a la oración. ¡No te pierdas su testimonio!
Sobre el santuario de Pontevedra
El santuario de Pontevedra, o de las Apariciones, al que ahora este escultor y pintor dedica buena parte de su trabajo, se encuentra en proceso de reconstrucción. Varias iniciativas privadas, con el apoyo de la Conferencia Episcopal Española, afrontan el costoso proyecto de levantarlo del estado ruinoso en el que se encontraba para recuperarlo como el importantísimo lugar de peregrinación y devoción que le corresponde.
El sacerdote Javier Siegrist, uno de los impulsores de la restauración ha dicho que este santuario es fundamental para el Catolicismo pues “es uno de los sitios donde ha habido una presencia más fuerte y más real de la Virgen. No podemos permitir que se lo lleve por delante la ruina”. Si quieres colaborar, entra aquí.
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