“Cualquiera puede ser héroe o santo, pero hay que desearlo y pedir la gracia a Dios” – P. Federico Marfil Mur
“Todos podemos ser héroes, porque desde la humildad es desde donde nacen las acciones más grandes, sabiendo que es la gracia de Dios la que te mueve”.
Así habla el padre Federico Marfil Mur, un joven sacerdote, ordenado el pasado 27 de febrero en la Sagrada Familia de Barcelona. Ahora es vicario de las parroquias de Sant Feliu de Cabrera de Mar y Sant Joan de Vilassar de Mar, además de un referente en la defensa del no nacido.
Federico creció en un entorno familiar católico, viviendo la fe con mucha naturalidad e inocencia. Con los años -reconoce- se fue dejando llevar por lo mundano, pero algo en su corazón le mantenía inquieto. Buscaba algo diferente a lo que le ofrecía el mundo. A un ritmo pausado, sereno pero firme al mismo tiempo, de la misma forma que se expresa aquí, fue encontrando el camino que le llevaría a identificar y consolidar su vocación al sacerdocio junto a una misión especial en defensa de la vida que ya le había removido el corazón en su etapa universitaria.
Hay varios hechos que contribuyeron a moldear poco a poco su vida al servicio de Dios, pero dos de ellos fueron determinantes. Durante una peregrinación a Tierra Santa, su corazón quedaría tocado sin remedio en un momento de oración en la Basílica de la Resurrección, junto a la piedra del Calvario. A solas con Dios, allí donde Jesús murió por los pecados de toda la Humanidad, el padre Federico vivió una experiencia personal que despejó las pocas dudas que le quedaban para entregarse por completo a Quien había dado su vida por él. Tuvo que claro que debía dar a Jesucristo una respuesta a la altura de su sacrificio. Y se lanzó. A partir de ese momento, la vocación se iría definiendo de forma paulatina.
Otro acontecimiento clave en la madurez de su perfil humano fue una película. Después de ver ‘Unplanned‘, Federico Marfil Mur tenía claro que no se podía quedar de brazos cruzados ante el holocausto del aborto. Tras su salida del Seminario Mayor de Toledo, fue destinado de nuevo a la diócesis de Barcelona. Una vez allí, su activismo provida le llevó a informarse en persona en un abortorio próximo a su parroquia. E inmediatamente después, a rezar ante “ese negocio”, solo y de forma evidente, pero sin interrumpir el trasiego diario de los vecinos, ni de las madres, (muchas al día, lamenta el P. Federico), que entraban al centro con la intención de abortar. Su “movilización individual” era una respuesta para él natural a un mandato: “el Señor te quiere en acción”.
Aquella iniciativa particular acabaría siendo la semilla de los Rescatadores de Juan Pablo II/Más Futuro en Barcelona. A su corta edad, el P. Federico Marfil Mur no se cree héroe ni santo por rezar en las proximidades de un abortorio, ni por haber podido “rescatar” a los bebés que parecían condenados a no nacer (hace poco bautizó a uno de esos niños). Ni tampoco se considera especial por haber sido instrumento de Dios para dar la oportunidad de redención a las madres que cambiaron de idea cuando se dejaron ayudar y cuidar, “en lugar de ser engañadas por el negocio de los abortos”.
Para el padre Federico, todo lo vivido es la secuencia lógica de cualquier cristiano que quiera Vivir con coherencia -y con mayúsculas- su fe. Desde la humildad es donde se llega a la magnanimidad. “Somos sal y luz en la tierra”, nos recuerda, pero desde la pusilanimidad no es posible. Todos podemos ser héroes “y todos estamos llamados a ser santos”, pero “¡hay que desear serlo!”; salir de la espiritualidad engañosa (“el agua estancada también se pudre”, dice); ponerse de cara a Dios y pedirle la gracia de llevar a cabo la misión que nos ha encomendado a cada uno.
No te pierdas el relato de P. Federico porque se puede hablar más alto, pero más claro no.
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