Las siete copas. Apocalipsis – Cap. 17

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Después de la acción de Dios, que Beatriz Ozores ha ido desgranando en los programas de ‘Apocalipsis, un libro actual’, solo va a quedar la blasfemia. Aun en ese momento, todavía nos da una oportunidad más para ser acogidos en su Reino. Porque Dios Misericordioso es Dios Padre y apura todas las posibilidades para llamarnos a la conversión y conseguir nuestra salvación. Dios permite nuestro propio pecado como medio de purificación.

En este punto del Apocalipsis, la iniquidad del imperio es la que provoca el final de su poder y el colapso social. No cabe culpar a Dios. Aquellos que no se quisieron convertir, quienes a pesar de haber conocido a Dios han rechazado su salvación, ya no van a poder evitar el dolor provocado por el pecado.

El Apocalipsis habla del pasado, presente y futuro. Ayuda a entender la historia y es también un libro de esperanza, porque canta la alegría del cristiano, del que se sabe salvado por Jesucristo. Para entender esto, Beatriz Ozores trae aquí a colación unas palabras de Benedicto XVI en las que subraya que “Dios no es insensible a nuestras súplicas, aunque a menudo frente al mal tengamos la sensación de no poder hacer nada. Pero es precisamente nuestra oración la respuesta primera y más eficaz que podemos proporcionar y lo que fortalece nuestro compromiso diario de difundir el bien. La potencia de Dios hace fecunda nuestra debilidad”.

Se concluye en este capítulo la segunda serie de “Apocalipsis, un libro actual” y Beatriz Ozores nos resume el recorrido de lo desvelado hasta aquí: Se concluye la séptima plaga, concluye la séptima trompeta, el séptimo sello queda definitivamente abierto, la presencia de Dios en el mundo es completa, el sentido de la historia humana está definitivamente revelada, la “ira” de Dios ha terminado, el mundo viejo ha sido purificado y se abre espacio a un mundo completamente nuevo, en el que ya el mal no tiene lugar. No sabemos cuándo llegará ese momento de plenitud, pero sí sabemos que Dios lo quiere implantar ya, ahora, en cada uno de nuestros corazones.