San Antonio Abad, fundador del monaquismo cristiano y patrono de los animales
San Antonio Abad es popularmente conocido por ser patrono de los animales domésticos. Hoy se celebra su festividad y en parroquias de todo el mundo los fieles acuden para que sus mascotas sean bendecidas. Pero este santo es mucho más que el patrono de los animales domésticos.
En los escritos de san Jerónimo sobre la vida de Pablo el ermitaño, se cuenta que Antonio fue a visitarlo ya anciano y lo dirigió en la vida monástica. San Antonio abad, o el grande, anacoreta, del desierto o del fuego -entre otras formas de referirse a él-, se puede decir que fue el primer abad de la historia, que fue el fundador del monaquismo cristiano. Antonio nació en Egipto, cuando ese territorio formaba parte del Imperio Romano, hacia el 251. Tras morir sus padres, Antonio repartió sus bienes entre los pobres y se retiró al desierto, donde comenzó a llevar una vida de austeridad y penitencia.
Se dice que antes de comenzar su actividad, tuvo una visión en la que un ermitaño como él llenaba el día dividiendo el tiempo entre la oración y el tejido de una soga. De esto dedujo que, además de la oración, uno tenía que dedicarse a una actividad concreta. En sus primeros años, tentaciones muy fuertes atormentaron a san Antonio. Le asaltaban las dudas sobre la validez de la vida solitaria que llevaba. Al consultar a otros ermitaños, estos le aconsejaron que se separara aún más radicalmente del mundo. Siguiendo el consejo se cubrió con un paño áspero y se encerró en una tumba excavada en la roca cerca del pueblo de Coma.
Allí fue atacado y golpeado fuertemente por el demonio. Inconsciente fue recogido por personas que fueron a la cueva para traerle comida y lo llevaron a la iglesia del pueblo, para que se recuperara. Tuvo a su lado numerosísimos seguidores, muchos de los cuales tuvieron que soportar la terrible persecución cristiana a cargo de Diocleciano.
Un cuervo que llevaba cada día un pan a Pablo recibió al abad trayéndole un pan también a él. Cuando murió Pablo, Antonio lo enterró con la ayuda de dos leones y otros animales. También se cuenta que una vez se le acercó una jabalina con sus cachorros que estaban ciegos. La jabalina estaba en actitud de súplica. Antonio curó a los cachorros de su ceguera y desde entonces la madre no se separó de él y le defendió de cualquier alimaña que se acercara. Por eso se suele representar a san Antonio Abad con un cerdito que en realidad es una jabalina a su lado.
Además de la tradición que existe en muchos lugares del mundo de bendecir hoy a las mascotas, desde hace unos años en el día de San Antonio Abad se realiza la bendición de los animales en la plaza al lado del Vaticano, en un acto promovido por la Asociación Italiana de Criadores en el que también se organiza un desfile de caballos que pertenecen al ejército italiano.
[Fuente: Aleteia.org]
(228)