Ángeles de la Guarda, compañeros de camino y puente cotidiano con Dios
Es doctrina comúnmente admitida que, al nacer, el Señor ya nos señala un ángel para nuestra custodia y que cada familia, cada pueblo, cada nación tienen su propio ángel.
En el día en que se recuerdan a los Santos Ángeles Custodios, traemos aquí unas palabras del Papa Francisco que nos recuerda que “nuestro ángel es el puente cotidiano entre cada uno de nosotros y Dios Padre”. “No sólo está con nosotros, sino que ve a Dios Padre. Está en relación con Él. Es el puente cotidiano, desde la hora en que nos levantamos hasta la hora en que vamos a la cama y nos acompaña”. “El ángel me ayuda a caminar porque mira al Padre y conoce el camino. No olvidemos a estos compañeros de camino”, dice el Papa.
Desde que tenemos uso de razón, en nuestros hogares cristianos se infunde la devoción al ángel de la Guarda y se recomienda que no demos oído al ángel malo, que nos instigará al pecado, sino que tratemos de oír siempre al ángel bueno, que nos inspirará lo que hemos de hacer y hemos de evitar.
«Ángel de la Guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día, no me dejes solo que me perdería. Amén”. Es la primera y sencilla oración que muchos católicos -con variaciones en nuestros diferentes países- aprendemos en la infancia. Cuando avanzamos en la formación, en la vida de la Iglesia, en la fe… descubrimos muchas más oraciones: “Ángel de Dios, bajo cuya custodia me puso el Señor con amorosa piedad, a mí que soy vuestro encomendado, alumbradme hoy, guardadme, regidme y gobernadme. Amén”.
El sabio Orígenes ya decía en el siglo III: «Sí, cada uno de nosotros tenemos un ángel que nos dirige, nos acompaña, nos gobierna, nos amonesta y presenta a Dios nuestras plegarias y buenas obras».
Más allá de las oraciones que podemos -y debemos-, dirigir a nuestros Ángeles Custodios para pedir su protección pero también para mostrarles respetos y agradecimiento, en torno a estas criaturas de Dios hay una gran espiritualidad. Su presencia en las Sagradas Escrituras y en las obras y palabras de los Santos.
El Antiguo Testamento, por ejemplo, habla repetidas veces de su acción prodigiosa en favor de los hombres:
- Un ángel avisa a Lot del peligro que corre Sodoma y el castigo que va a recibir esta ciudad. Un ángel conforta a la criada de Abrahán, Agar, cuando es despedida y camina por el desierto.
- Un ángel socorre al Profeta san Elías y le alimenta con pan y agua fresca por dos veces cuando huye de la persecución de la reina Jezabel.
- Un ángel acompaña y colma de gracia al joven Tobías y a su padre y demás familiares. Casi todo el libro de Tobías está en torno al arcángel San Rafael
Los mismos Salmos hablan con frecuencia de los Ángeles. También en el Nuevo Testamento aparece el ángel liberando a Pedro de las cadenas y abriéndole la puerta de la cárcel…
Jesucristo se refirió en varias ocasiones a la misión de estos Espíritus purísimos. Y un Ángel acompaña siempre a nuestro Señor Jesús en las tribulaciones de su vida pública.
En las vidas de los santos de todas las épocas, desde santa Inés, san Francisco de Asís, santa Micaela del Smo. Sacramento, santa Gema Galgani o san Francisco de Sales… la presencia de su ángel de la Guarda es una constante, es inseparable de sus vidas.
San Agustín afirmaba en su tiempo que «el ángel de la Guarda nos ama como a hermanos y está con una santa impaciencia por vernos ocupar en el cielo aquellas sillas de que se hicieron indignos los ángeles rebeldes».
Santo Tomás de Aquino dividió los Coros angélicos en nueve categorías diferentes: «Los Serafines, Querubines y Tronos, forman la augusta corte de la Santísima Trinidad; las Dominaciones presiden el gobierno del Universo; las Virtudes, la fijeza de las leyes naturales; las Potestades refrenan el poder de los demonios; los Principados tienen bajo su amparo a los reinos y naciones; lo Arcángeles defienden a las comunidades menores, y los Ángeles guardan a cada uno de los hombres».
-Redacción MMTV-
Fuentes: Magnificat, Vatican News, Santopedia, Aleteia
Imagen: Cathopic (Luis Ca)
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