La familia musulmana que salvó a una anciana cristiana del ISIS
Su historia es todo un ejemplo de que la acogida, la fraternidad, la vecindad y la amistad están muy por encima de las guerras, las divisiones ideológicas y los conflictos religiosos
(Aleteia) Camille Haddad tiene 98 y ha sobrevivido a la entrada en Mosul del Estado Islámico, gracias a la ayuda de su vecino musulmán, Elias Abu Ahmed. Su historia ha conmocionado al colectivo cristiano caldeo de Irak y siete años después de lo ocurrido se ha reunido con el patriarca caldeo, cardenal Louis Raphael Sako.
«Cuando el Estado Islámico entró en Mosul yo estaba sola y no pude huir. Con mi amiga Mary nos quedamos allí, en la ciudad; teníamos miedo pero gracias a Dios vino en nuestra ayuda un vecino, Elias Abu Ahmed, un musulmán, que nos dijo que haría todo lo posible por protegernos», cuenta a AsiaNews.
Su historia es la de la supervivencia gracias a los vecinos sin importar la religión. Los milicianos irrumpieron en su casa en el barrio Mohandessin de Mosul. Elías Abu Ahmed, su vecino, rápidamente entró en la casa y les dijo a los milicianos que las dejaran tranquilas. Les explicó que Camille era su abuela y Mary su tía, y se las llevó a su casa en el barrio de Baladiyat. Elias mintió a los milicianos, o quizá anticipó lo que ocurriría después.
Camille ahora sí que es la abuela de toda la familia. Elías tiene dos esposas y 14 hijos y Camille los quiere como si fueran sus nietos. Reza el rosario todos los días para agradecer a Dios la ayuda recibida y el consuelo que ha encontrado en esta nueva familia.
“El ISIS hubiera podido echarnos – recuerda la anciana – pero Elias Abu Ahmed nos recibió y nos acogió en su casa. Tenía algo de dinero guardado y se lo regalé para ayudar a mantener la familia y criar a los niños, porque su salario de obrero, a menudo modesto, no era suficiente”.
En su encuentro con el Patriarca, el cardenal Raphael Sako explicó que ya conocía a Camile desde la década de los 90 pero pensaba que había muerto.
«Junto con las hermanas – cuenta – vino conmigo a Roma y después a París, en el Año Santo. Pensé que había muerto porque no tuve más noticias de ella, pero nunca dejé de buscarla para saber qué le había pasado. No fue fácil conseguir información, sobre todo por la gran confusión que reinó durante mucho tiempo en la metrópoli del norte de Irak, pero al final lo logramos».
Para el Cardenal Sako, Camille es un ejemplo de la fraternidad posible entre cristianos y musulmanes. Su historia es la historia de la esperanza por un mundo nuevo, por un Irak nuevo. La realidad, la vecindad, la fraternidad que vence cualquier ideología, odio o diferencia religiosa.
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