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Abandonada por su prometido, sola y triste en Ibiza: «Virgen María, ¿quieres ser mi madre?»

Abandonada por su prometido, sola y triste en Ibiza: «Virgen María, ¿quieres ser mi madre?»

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(Cari Filii) Inma Clari es una enfermera valenciana, felizmente casada, madre de dos hijos pequeños. En el programa de testimonios Cambio de Agujas explica cómo Dios y la Virgen le han apoyado en momentos duros, también con señales en Medjugorje.

Inma se formó en una familia católica, que iba a misa los domingos. Su padre se había acercado a la fe acompañando a misa a su madre. Inma no dejó de ir a misa en la adolescencia, aunque estuviese distraída.

Su prometido la abandonó por otra

Su crisis llegó cuando su prometido le abandonó. “A unos meses de la boda, me dijo que suspendíamos todo: se fue con otra y no me casé”, explica. “Me hundí, y mucho. No se lo conté a nadie, ni a mis padres, pero empecé a perder kilos y no podía aguantarlo”.

Empezó a rezar en serio, especialmente al Cristo de Medinaceli. “Me iba a la Iglesia y me ponía a llorar, le contaba mis penas y sentía el amor de un Padre que me escuchaba. Ahí empezó mi fe”, explica Inma.

Soledad y dolor en Ibiza

Un tiempo después, lo pasó muy mal cuando llegó a Ibiza a trabajar como enfermera. Se sentía sola, sin familia ni amigos y con contratos precarios cada 15 días.

“Solo encontraba consuelo en el Señor”. Por la mañana trabajaba y por la tarde podía encadenar tres misas seguidas.

La renovación incierta del contrato era una agonía para ella. Un día, en la capilla, Inma le dijo a Dios: “No puedo más. O me lo quitas o me voy”. No le renovaron el contrato y volvió a Valencia. Pero ahora tenía una fe más fuerte y una gran cercanía a Dios.

Profundizando en la fe… y un marido

En Valencia conoció al Opus Dei, donde “me ayudaron mucho a profundizar en la fe y la misa, y conocer cosas que no sabía”. Recuerda a “una persona que quedaba todas las tardes conmigo, me explicaba y me ayudaba”. Desde 2003 empezó a ir a retiros anuales.

Por esa época encontró “al hombre que ahora es mi marido, al cual adoro y tuvimos dos niños preciosos”. Aprendieron a rezar juntos el Rosario cuando lo permitían sus horarios de enfermera.

Medjugorje: buscando una madre en el Cielo

Su devoción mariana fue creciendo a partir de esa época. Inma comenzó a leer a María Vallejo-Nágera cuando conoció el caso de Medjugorje en su libro De María a María. “¡Tengo que ir ahí!”, pensó.

– ¡Se está apareciendo la Virgen en Medjugorje! ¡Tenemos que ir! -dijo a su marido
– Yo no voy -dijo él
– ¿No? Pues entonces me voy yo.

Llegó allí acompañada de una amiga. “Yo voy porque necesito una madre. Igual que tengo un padre en la Tierra que hace lo que puede, pero Dios Padre llega hasta tu alma, necesito una madre que también llegue a mi alma”, explica hoy. Planeando el viaje, Inma se dirigió a la Virgen: “Me voy ir a Medjugorje y te voy a preguntar si tú quieres ser mi madre. Voy solo para eso, y me gustaría que me contestaras”, pidió.

Montañas, cansancio… y señales

En Medjugorje caminaron mucho escalando montes y peñascos. “A mí nadie me dijo que había montañas, piedras, pedruscos…”, explica. Le parecía agotador.

Rezó a la Virgen: “Me duelen las piernas y los pies, no entiendo nada, voy a ciegas, no sé lo que quieres, pero iré al Monte de las Apariciones, y te lo voy a ofrecer”.

En aquel momento se rezaba el rosario en el Monte de las Apariciones, y “el guía nos dijo que en todos los misterios podíamos rezar por una intención”.

Llegado el primer misterio –la Encarnación–, un sacerdote preguntó por las intenciones. “No soy nada de hablar en público, pero de la nada solté: `Virgen María, ¿quieres ser mi madre?´”. De repente, “me puse a llorar, me tuve que girar y no pude parar”.

Después, le pidió una señal a la Virgen. “Si me has escuchado”, preguntó Inma, “mándame algo, porque soy muy torpe y así entiendo las cosas mejor”.

De regreso en el hotel, “vino una mejicana que conocí en la fila de la confesión y me dice: `oye Inma, ¿sabes lo que me ha pasado en el primer misterio? Mi marido ha hecho unas fotos y mira lo que sale´”. “Salía un rayo, y vi que era una señal hacia mi persona. Un rayo muy bonito que coincidía perfectamente con el Espíritu Santo en la Encarnación de la Virgen María”, detalla la enfermera. Esa era la señal que esperaba.

Inma y su marido en Medjugorje, con un matrimonio de peregrinos que vestían igual… ¿una señal?

Un tiempo después, “después de rezar mucho”, Inma volvió a Medjugorje, esta vez con su marido. “Le gustó. Cada vez que vas es diferente. Aquella vez coincidimos con una chica que iba vestida igual que yo y su marido igual que el mío. Se llamaba Araceli, que significa puerta del cielo”.

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