P. Ignacio María Doñoro: “El Hogar Nazaret es un eterno Jueves Santo”
El Padre Ignacio María Doñoro regresa para contarnos de nuevo la historia de sus niños crucificados, su propia historia hecha libro. Su historia de vocación y su misión ha sido publicada en el libro ‘El Fuego de María’ de la editorial Nueva Eva. El Padre cuenta en el libro y en su testimonio como ha aprendido a mirar al dolor de frente, sin retirar la cabeza. Pero como bien quiere deja claro en su testimonio el no ha venido hablar de su vocación y de todas las veces en su vida que ha estado al borde de la muerte por diferentes motivos.
A Puerto Maldonado en Perú llegó en el mes de agosto de 2011 aprovechando que el Padre tenía vacaciones. El que era por entonces su obispo le había invitado a su casa para que tuviera oportunidad de ver si podía hacer allí un hogar para acoger a los niños más desfavorecidos. Por eso, el Padre comenzó a buscar casa para esos niños.Tras un mes buscando todavía no había encontrado nada. El último día antes de irse en un avión de vuelta para España, encontró una casa. “Estaba muy sucia y tenía unas pinturas muy raras en las paredes y unos colores muy extraños en las habitaciones”, explica. Quiso avisar a un sacerdote de allí para contarle esta buena noticia y éste le respondió felicitándole sólo avisándole de una cosa, la casa era antes un prostíbulo. “Como siempre que tenía una duda, le consulté con Dios: Señor, ¿qué hacemos? ¿Nos vamos allí o no? ¿A ti qué te parece? Y vi claramente que el Señor me decía: “Fenomenal, ¿qué tiene de malo? te vas a ir con los más pobres, ¿no?
Pues ya está, cuenta en el libro el Padre. Y así comenzó todo, con la casa. Todavía recuerda el primer niño que la habitó. Se llamaba Luis, los jueces le dieron una custodia transitoria que se prolongó a lo largo de varios años. Llegó roto al Hogar Nazaret. El Padre se planteó cuál era la mejor manera de tratar a un niño que había sufrido tanto y la respuesta se planteó como otra pregunta que es: “Si hubiera tenido un hijo, ¿cómo le trataría? “Desde entonces he tratado a todos los niños y niñas que han ido llegando al Hogar Nazaret como si fueran mis hijos, porque lo son.
El secreto está en quererlos muchísimo, en darles amor y enseñarles a amar. Vivir en Hogar Nazaret es hacer tuyos los sufrimientos y preocupaciones de los niños y estar a los pies del Calvario, porque a día de hoy, en el sigo XXI, la pasión de Cristo continúa y estos niños que han sufrido tanto están crucificados con Jesús.
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