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¿Conoces la vida del sabio rey Salomón?

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Os presentamos un programa más de ‘Conociendo las Escrituras’ con Beatriz Ozores. Os presentamos el capítulo 11 de la parte 1 donde os contaremos que tras la muerte de David, y cuando Salomón ya se había consolidado en el trono, Dios se apareció en sueños a Salomón. “Aquella noche Dios se apareció a Salomón y le dijo: -Pídeme qué quieres que te conceda. Salomón respondió: -Tú obraste con gran misericordia con mi padre David y me has hecho rey en su lugar; ahora, Señor Dios, que se cumpla tu palabra dirigida a David, mi padre, ya que Tú me has hecho rey de un pueblo tan numeroso como el polvo de la tierra.

Concédeme sabiduría y prudencia para poder guiar a este pueblo; porque ¿quién podrá gobernar a este pueblo tuyo tan grande?” (2 Cro 1, 7-10). Salomón podía haber pedido cualquier cosa —riqueza, poder o incluso la venganza sobre sus enemigos—, y sin embargo sólo pidió sabiduría para gobernar al pueblo del que Dios le había hecho rey. Respondió Dios a Salomón: -Ya que esto es lo que hay en tu corazón y no has pedido ni riquezas, ni bienes, ni gloria, ni la muerte de tus enemigos, ni siquiera una larga vida, sino tan sólo sabiduría y prudencia para gobernar a mi pueblo del que te he hecho rey, te serán concedidas la sabiduría y la prudencia. Pero además te daré riquezas, bienes y gloria como nunca las tuvieron los reyes que te han precedido ni las tendrán los que te sucedan. (2 Cro 1, 11-12) Dios le concedió a Salomón no sólo la sabiduría que había pedido, sino también todas aquellas otras cosas buenas que no había pedido. Salomón llegaría a ser famoso por su riqueza y poder, pero sobre todo sería símbolo de la sabiduría a lo largo de todos los siglos.

El reino de Salomón llegó a ser un imperio de ámbito internacional. Si los éxitos militares de David habían aumentado considerablemente las fronteras de Israel, la fama de sabiduría y riqueza de Salomón iba a atraer a visitantes y comerciantes de muchas naciones. “Judá e Israel eran tan numerosos como las arenas de la orilla del mar. Comían, bebían y eran felices”1. La nueva situación de Israel pronto llamó la atención de sus poderosos vecinos. Salomón emparentó con Faraón, rey de Egipto. Tomó a la hija de Faraón y la condujo a la ciudad de David hasta que terminó de construir su palacio, el Templo del Señor y la muralla en torno a Jerusalén. (1 R 3, 1) El matrimonio de Salomón con la hija de Faraón es un caso único en la historia de Egipto. Otras cortes enviaban a sus hijos e hijas a la corte de Faraón, pero Faraón nunca enviaba a sus hijas a una corte extranjera. Probablemente Egipto pensaba que Israel se convertiría en una nueva potencia y quería participar de su poderío. Salomón daba señales inequívocas de querer construir un poderoso imperio.

Si surgía un nuevo imperio entre Egipto y Asiria, era de suma importancia para Faraón que este nuevo imperio se aliara con Egipto y no con Asiria. Pero la hija de Faraón no fue la única con la que Salomón estableció una alianza matrimonial. El libro de los Reyes nos cuenta que Salomón tuvo 700 esposas y 300 concubinas. Estos son números simbólicamente perfectos. Muestran que Salomón había establecido lazos de unión con todas las naciones, es decir, que de algún modo había extendido sus dominios hasta los confines de la tierra.

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