¿Debería ir a misa durante la pandemia? 5 reglas para discernir sobre una complicada pregunta
(Religión en Libertad) La pandemia de coronavirus sigue azotando al mundo, ahora de manera mucho más grave en América que en Europa o Asia, aunque de nuevo los rebrotes están poniendo en alerta a los gobiernos de estos continentes.
En muchos países hay confinamiento y en otros medidas preventivas como el cierre, entre otros, de los templos. Y en donde hay ciertas limitaciones también se está dando dispensa para la misa dominical. En España, ya se debe ir a la iglesia para la misa de domingo, aunque son muchos, especialmente las personas mayores, las que tienen miedo ante estos posibles contagios.
Una pregunta que surge en todo el mundo, y que desde hace semanas se han hecho otros muchos es: “¿Debo ir a la misa del domingo?”. Sobre todo, cuando existen otras alternativas que facilita la tecnología.
El padre jesuita Brendan Gottschall ofrece cincreglas de discernimiento sacadas de los Ejercicios de San Ignacio para intentar responder a esta pregunta aunque dejando muy claro que lo es para este caso de pandemia y en lugares donde hay dispensa para no acudir a misa aunque haya ya misas públicas. Para el resto de casos hay que seguir las disposiciones diocesanas, aunque su aportación puede ser una reflexión útil para este tiempo.
Este religioso recuerda que ante esta pregunta la respuesta si no hubiera pandemia es que hay que ir misa. Pero el coronavirus ha hecho que salir de la casa sea aún más arriesgado. Las sugerencias que ofrece a continuación están destinadas especialmente a aquellos que podrían asistir a misa sin un riesgo sustancialmente elevado para su salud. Si es persona de riesgo y no hay obligación de asistir a misa puede escucharla desde casa, si así lo desea.
De este modo, Gottschall explica que en sus Ejercicios espirituales, San Ignacio de Loyola proporciona varias “reglas para el discernimiento” o pautas para determinar si un movimiento espiritual es del espíritu de Dios o del espíritu del mal. Estas son la aplicación de algunas de esas reglas que recoge America Magazine de este jesuita para responder a esta pregunta si vives en un lugar donde hay misas públicas pero hay todavía dispensa:
1. Si estás en un buen “lugar espiritual” y este deseo te da paz, hazlo
San Ignacio observa que cuando el alma está en el camino correcto, buscando a Dios y evitando el pecado, el buen espíritu se manifestará de manera pacífica, consolando y alentando suavemente. Si va bien la vida de fe y el deseo de asistir a misa está acompañado de calma y alegría, eso probablemente significa que es una buena idea.
Si se encuentra en un buen estado espiritual y la idea de asistir a la Misa surge de un escrúpulo o agitación como si faltar a misa fuera incorrecto o pecaminoso, esto podría ser del espíritu maligno que incluso puede hacerse pasar por un buen ángel. Más oración o conversación espiritual puede ayudar a aclarar las motivaciones, pero una decisión nunca debe tomarse en la desolación.
2. Si estás en un “lugar espiritual” no tan bueno y tu conciencia te está pinchando, la Misa podría ayudarte.
La parte inversa de la regla anterior también es válida. Cuando no se ha tenido el mejor comportamiento, las sugerencias del buen espíritu se sentirán más inquietantes. Pero es una inquietud buena: la conciencia lleva a reconocer los errores y volver a Dios. Ir a misa podría ser parte de esta respuesta. Si además se ha pecado gravemente se puede tratar de llegar al sacramento de la reconciliación si está disponible de manera segura.
3. Si la idea te golpeó de la nada, podría ser de Dios.
San Ignacio llama a los movimientos espirituales repentinos y profundamente alegres “consuelo sin causa previa”. Argumenta que el diablo puede poner trampas, pero solo Dios puede llegar directamente a nuestros corazones. Si de repente desea asistir a misa y se acompaña de sentimientos alegres, San Ignacio diría que es Dios quien lo mueve directamente.
4. ¿Estás practicando la paciencia y tomando precauciones? ¿O estás poniendo excusas?
Las restricciones a las actividades públicas y la exención de la obligación de asistir a misa pueden usarse como excusas para no ir. Si no se va a asistir a la misa el domingo, ¿cómo se va utilizar ese tiempo? Si pasa los domingos en una autocomplacencia en lugar de en oración, probablemente sea una señal de que se debe actuar en contra de las tendencias más bajas e ir a la iglesia.
Por otro lado, se podría estar actuando auténticamente por fortaleza y paciencia. Quizás esté motivado por el deseo de liberar un lugar para que otra persona asista a misa, o tal vez trabaje en un entorno de alto riesgo como un hospital, y no quiera poner a otros en peligro. En este tipo de casos, estás ofreciendo un sacrificio que agrada a Dios.
5. ¿Tu fervor es automotivado?
San Ignacio advierte en contra de pensar en la gracia como un derecho propio del hombre, sino más como un regalo gratuito. No se debe insistir en asistir a misa simplemente porque hay derecho a hacerlo (recordamos que hablamos de en tiempos de pandemia). No se debe ir a misa debido por rutina o una sensación de normalidad. Esas motivaciones son egocéntricas y no centradas en Dios. Más bien, se debe tratar de tener un deseo genuino de acercarse a Dios.
Si alguien cree que el deseo de ir a misa es propio y no un regalo en sí mismo, se podría tomar esta distancia temporal de la Eucaristía como una lección para crecer en gratitud por los muchos dones de Dios.
Por el contrario, si se ha apegado a ver una Misa en streaming, seleccionar a su sacerdote favorito, disfrutar de las comodidades de su propio hogar debe “actuar en contra” e ir a recibir la Eucaristía en persona.
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