La conmovedora historia de fe de Rocío Fumanal tras el accidente que la dejó parapléjica
Rocío Fumanal es una joven de 23 años que en el año 2018 decidió participar como muchos jóvenes de su parroquia en un campamento de verano. Pero un accidente le puso su vida al revés: la furgoneta en la que viajaba sufrió un grave accidente que la dejó parapléjica. A partir de ese momento, Rocío tuvo que volver a aprender a vivir con una realidad totalmente nueva y que jamás se podría haber imaginado.
El camino fue y sigue siendo complicado pero tiene de su lado su fe y la confianza en que gracias al Señor ella puede continuar creciendo, aprendiendo y ser luz para otras muchas personas. Sus proyectos profesionales con sólo 21 años estaban dirigidos en aquel momento a ser educadora infantil mientras se se sacaba un dinero extra como azafata de conferencias, cuidando a los niños en las misas de los domingos o como peluquera a domicilio. De su vida anterior dice que la echa de menos pero “siempre hay otra muy buena que te enseña a conocerte mejor”, explica Rocío.
El día del accidente Rocío recuerda que acababa de hablar con su hermana pequeña y de repente empezó todo a dar vueltas. “Yo con dos años perdí a mi madre y sentí en ese momento como un abrazo de mi madre de protección y después perdí en conocimiento. Veía todo blanco, veía como una foto de mi madre al lado de la luz, luego una foto de mi abuela que también falleció y yo en aquel momento pensé que ya estaba muerta. Fue un momento muy duro porque yo quería ayudar, pero todos en la furgoneta se habían ido y no podía reaccionar”, explica. “Dios quiso compartir conmigo un trozo de cruz, que yo era capaz. Lo que si estoy segura es que Dios no da más cruz sin que tú no seas capaz de llevarla”, explica Rocío.
Una situación muy dura para una joven que tuvo una primera etapa de enfado con Dios que tuvo como consecuencia el abandono de la misa durante un tiempo. “Pedía la comunión a la habitación pero por plena costumbre, no sabía el por qué pero yo la pedía porque en ese momento no creía mucho el Él. Poco a poco, se fue dando cuenta de que no podía renegar algo tan importante como era Dios porque su misma existencia era obra de Él. “Éste fue un periodo largo y difícil de aceptar.
Al principio la silla de ruedas no quería ni mirarla, quería que mis piernas estuvieran siempre tapadas. Fue un duelo bastante duro decir, tengo las piernas, no las siento, cuando antes lo hacía todo sola y ahora tengo que depender de los demás. Fue difícil pero intentando luchar contra todo”, explica Rocío.
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