Advocaciones marianas: Virgen de Guadalupe
La virgen de Guadalupe es una advocación mariana cuyo santuario está situado en la villa de Guadalupe de la provincia de Cáceres en Extremadura, en España; concretamente en un paraje arbolado de sierra de nombre villuercas, surcado por un río de nombre también Guadalupe.
Su origen se remonta a tiempos inmemoriales, de la época de la reconquista de los reinos cristianos a los árabes.
Por aquel entonces la península ibérica casi al completo se encontraba bajo dominio musulmán, no en vano la palabra Guadalupe deriva del vocablo árabe wad- al- lup.
Wad significa río y al- lup oculto así que la etimología antigua de Guadalupe es río oculto, rio soterrado o río encajonado.
Los españoles son un pueblo que gusta mucho de leyendas antiguas y milagrosas. No iba a ser menos en este caso, donde se cuenta que un vaquero que llevaba vacas a pastar y abrevar a un arroyo, de nombre Gil Cordero se topó con una etérea figura sobrenatural que pudo resucitar a una de sus vacas que estaba casi muerta.
Esta anécdota fue admitida por algunos de sus paisanos y no tenida en cuenta por otros. Pero a continuación de este hecho se construyó una ermita que en un principio era culto de San Fulgencio pero que con el tiempo se comenzó a llamar como el río que la surcaba, Guadalupe.
El lugar comenzó a crecer en importancia y la ermita se torno en iglesia y la iglesia en basílica y después en monasterio de orden jerónima bajo el papado de Benedicto XIII, que pidió la transformación de basílica en monasterio mediante la bula his quae pro utilitate.
El propio monarca Alfonso XI se encomendó a la “señora de Guadalupe” para vencer a los musulmanes en la batalla del salado y, tras salir victorioso de esta última, contribuyó al engrandecimiento de la ermita, iglesia y monasterio haciéndolo grande y robusto, ampliándolo con un albergue para peregrinos que continua aún hasta nuestros días.
No hay que olvidar que a lo largo de toda la época medieval los monjes con su labor callada y constante contribuyeron a copiar todos los manuscritos, en su mayoría de índole religiosa, filosófica o moral y de esta forma muchos libros e incunables han permanecido hasta casi el día de hoy.
Ya en época de los Reyes Católicos Guadalupe era un lugar de culto de cierta importancia y hasta la propia reina católica castellana Isabel, se reunió en dicho monasterio de Guadalupe con Colon para pactar y posteriormente apoyar uno de sus primeros viajes a las entonces desconocidas “indias”.
La virgen de Guadalupe se ha asociado en los últimos siglos con la conquista de la América latina ya que el 12 de octubre de 1928 fue coronada canónicamente como patrona de la hispanidad por el entonces canónigo de Extremadura a instancias del Papa Pio XI y bajo el nombre latino de regina hispanorum, en latín reina de la hispanidad. Este acontecimiento a menudo se confunde con la fiesta de la hispanidad que, casualmente se celebra el mismo día.
La virgen de Guadalupe se ha convertido en todo un símbolo de la conquista cristiana de Hispanoamérica. No en vano una de las primeras islas que Colon descubrió en las Antillas caribeñas tomó el nombre de esta virgen, Guadalupe, y todavía existe con el mismo nombre.
La virgen mejicana de Guadalupe merece un capítulo aparte ya que es en Méjico donde esta advocación ha calado más hondo dentro de todo el continente latino americano.
Estuvo originalmente influenciada por la virgen de Extremadura ya que fue el conquistador Gonzalo de Sandoval, oriundo de Medellín en Extremadura quién importó el nombre y dio a conocer a esa virgen extremeña al otro lado del Océano Atlántico.
A continuación, fueron los antiguos pueblos mayas los que también influenciaron a la virgen de Guadalupe mejicana, que es en todo distinta a la española ya que fue precisamente un hombre indígena, de nombre Juan Diego Cuauhtletoatzin quién construyó un tapiz de fibra de cactus con una imagen de una señora de apariencia mestiza y con ropas distintas a la original española en un lugar donde antiguamente se veneraba a la antigua diosa madre indígena Tonatzin, lugar que poco a poco empezó a bautizarse como Guadalupe y a consagrarse a la virgen de Guadalupe.
Este indio aparece frecuentemente en la obra recogida de Antonio Valeriano “Nican mopohua” que significa en indígena, así sucedió, donde cuenta toda la historia completa de la virgen de Guadalupe mejicana.
Se diferencia de la española en que tiene un aire más mestizo y exótico, con un pelo negro y largo, aunque guarda en su esencial forma una imagen parecida.
La talla de la virgen de Guadalupe en España tiene una actitud sedente y porta a un niño, el niño Jesús, en su mano derecha. Está labrada en madera de cedro y, desde su primitiva escultura ha sido objeto de varias reformas y restauraciones, sobre todo de su brazo derecho que se partió y su cabeza. Mide 59 centímetros sin contar su corona.
Encima de la cabeza porta una corona grande labrada en oro blanco y ornamentada con incrustaciones barrocas. Está policromada en negro por lo que pertenece, al igual que otras vírgenes como la de Montserrat, a la categoría de vírgenes morenas o negras llamadas así por el tono tostado de su rostro.
La imagen está contenida dentro del conjunto de Iglesia, Basílica, monasterio y albergue para peregrinos que evolucionó y fue creciendo desde su época primitiva configurando el actual santuario de Guadalupe, que fue declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en el año 1993.
El conjunto comprende una arquitectura que mezcla el gótico, románico tardío y neoclásico con el estilo mudéjar, siendo el claustro del monasterio de estilo completamente mudéjar, dotado en su centro de un templete de planta cuadrada con cuatro arcos de herradura apuntados que descansan sobre un rodapié.
La Iglesia- Basílica de Guadalupe desciende de la primitiva ermita del siglo XIII y es también de estilo mudéjar mezclado con gótico. Se compone de tres naves, crucero y cabecera y cabe destacar su impresionante retablo de pan de oro obra de Juan Gómez de mora, con esculturas de Jorge Manuel Theotocopuli y Juan muñoz. Encima de la nave central se encuentra el cimborrio, que dota de luz a todo el espacio ayudado por dos impresionantes rosetones góticos a cada lado.
El sagrario, situado en la parte inferior del retablo, fue escritorio del rey Felipe II y es realizado en madera de cedro con incrustaciones de bronce. El coro de la basílica es de estilo barroco con una interesante iconografía de 96 relieves.
El monasterio propiamente dicho consta de un claustro gótico flanqueado por varias dependencias donde todavía se alojan monjes, la mayoría de ellos de la orden franciscana.
Sin embargo, el monasterio fue custodiado durante muchos siglos por monjes de la orden jerónima que han dejado mucha huella de su obra tanto en la biblioteca, como en las pinturas, algunas de ellas dedicadas a san Jerónimo, como en monasterio en su totalidad.
Tanto el claustro mudéjar de la Iglesia como el claustro gótico del monasterio están rodeados de pequeñas capillas con relicarios de enterramientos de reyes medievales como Enrique IV de Castilla o Dionisio I de Portugal o de pequeñas capillas dedicadas a santos como Santa Ana. También hay capillas dedicadas a enterramientos de algunos benefactores del monasterio como el prelado Gonzalo de Illescas que está representado en una estatua arrodillado en actitud orante con su birrete sacerdotal.
El conjunto alberga también varios museos de bordados, de cantorales miniados o de pinturas y esculturas antiguas.
Por último, cada 12 de octubre, fecha que coincide con el día de la hispanidad, se celebra en Guadalupe su coronación canónica pero su onomástica propiamente dicha es el día ocho de septiembre.
Es la patrona de Extremadura.
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