El testimonio de una madre adolescente sin hogar convertida al catolicismo y responsable en un centro para embarazadas
(Religión en Libertad) De rescatada a rescatadora. De fe indiferente a católica orgullosa y practicante. De vivir en la calle con sus dos hijos a ser esperanza y ejemplo para muchas mujeres como ella. Esta es la vida de Brittney Sparks, persona que desde que nació nunca ha tenido una vida fácil pero que gracias a la Iglesia y a católicos que se entregan por el prójimo pudo conocer el amor de Dios.
Esta joven madre de dos niños es voluntaria en un centro provida católico que a ella le salvó la vida y que ahora está recibiendo duros ataques informáticos de activistas proaborto.
La vida de Brittney ha cambiado de manera radical en estos años. Hace cinco, ella y sus dos hijos pequeños vivían en una camioneta cerca de la parroquia de San Juan Bautista y calentaba la cena de los niños todas las noches en el microondas en una tienda cercana.
Un voluntariado realizado con una experiencia previa
A sus 26 años es ahora la cara pública de este centro provida, que ayuda en sus necesidades básicas a madres y sus hijos, mientras las asesora para encontrar una asistencia más avanzada que los lleve a una vida estable. Y está convencida de su efectividad porque ella misma recibió esta misma ayuda.
Sparks no ha tenido una vida fácil. Fue criada en un ambiente en el que sus padres eran adictos a las drogas y en el que la violencia era parte del día a día. Más adelante, su padrastro abusó psicológicamente hasta hacerla creer que nunca sería nada.
Esta vida desestructurada le hizo quedarse embarazada a los 15 años, en 2009. No tenía casa y recuerda ya vivir sola y asustada en una tienda de campaña incluso en las nevadas invernales de Oregon (EEUU).
Brittney, con sus hijos cuando todavía vivía en la calle
En 2014 se conoció su caso, y tanto ella como sus hijos fueron invitados a vivir con una familia católica vinculada a este centro provida, y también católico.
“Lo que he vivido me ha hecho más fuerte”
Durante estos últimos años, esta joven ha criado a sus hijos, trabajado a tiempo completo, ha asistido a la escuela y se ha convertido en la principal voluntaria del centro.
“Siento que todo lo que he vivido me ha hecho más fuerte”, explica Sparks a Catholic Sentinel, afirma que en el pasado había experimentado ansiedad y episodios de trastorno de estrés postraumático.
La joven se siente agradecida porque está pudiendo ayudar a personas con situaciones peores que las que vivió ella y también de personas que pueden no ser consideradas un ejemplo de vida. “He escuchado historias insondables” pero si “Jesús se sentó con ladrones, prostitutas y personas desfavorecidas, entonces, ¿por qué no lo haríamos nosotros?”.
Cada mañana antes de acudir a este centro acude a la iglesia, pues gracias a la fe se siente renacida. Gran parte de sus antepasados eran católicos de origen italiano. Desde niña tenía un sentido espiritual así que una vecina la llevó de niña a una iglesia bautista y se bautizó.
Ya siendo madre adolescente y viviendo con la familia católica que la acogió empezó a acompañarlos a misa y finalmente se hizo católica y bautizó a sus dos hijos, que ahora tienen 10 y 7 años, van a catequesis y les encanta asistir a su parroquia.
“Una conexión con Dios que nunca antes había tenido”
“Me hace muy feliz que puedan vivir esta vida conmigo y que podamos estar juntos en este viaje en el que podemos recurrir a Dios”, explica. Y como ha visto el poder con el que Dios actúa esta joven madre que “habrá dificultades pero sin importar qué” porque “han llegado a conocer y amar a Dios”.
Una de las grandes cosas que ha encontrado en su vida como católica es el poder de la oración y la importancia de encontrar un tiempo para estar con Dios. “Esto me ha hecho sentir una conexión con Dios que nunca antes había tenido. Es abrumador lo grandioso que es. Está entrelazando de manera preciosa todos los aspectos de mi vida. Lo que más me gusta rezar es: ‘Hágase tu voluntad’”, afirma.
Además, Sparks asegura estar viviendo el Evangelio con este ministerio en favor de las mujeres embarazadas o madres sin recursos. Los voluntarios ven a estas jóvenes como si fueran el mismo Cristo. Van a sus casas, muchas de ellas pequeños apartamentos en malas coniciones.
Cuando un voluntariado se convierte en vocación
En la víspera de Año Nuevo, cuando la directora ejecutiva del provida, Valerie Aschbacher, estaba a punto de cerrar e ir a cenar con su familia, una mujer llamó desde su cama en el Providence Portland Medical Center. Sus hijos pequeños estaban siendo cuidados por un hijo de 19 años que no podía conducir y no sabía cómo salir a buscar comida. La mujer dijo que sus hijos no tenían nada para comer.
Aschbacher y una voluntaria desde hace mucho tiempo, Deborah Unrein, prepararon una caja con comida, artículos para el hogar y juguetes y fueron para a la casa. Encontraron el lugar, les ayudaron y después de aquel siguía siguieron cuidando de toda esta familia para ayudarlos a conseguir una estabilidad laboral y financiera
“El Centro para la Vida de Madonna sirve a los madres jóvenes que no cuentan con el apoyo esencial de sus padres, sus escuelas o nuestro gobierno estatal y local”, dijo Matt Cato, director de la Oficina de Vida, Justicia y Paz de la Arquidiócesis de Portland. “Cualquier ayuda que la sociedad pueda ofrecer a las madres embarazadas que elimine la necesidad económica y la sensación de soledad de considerar tener un aborto es bienvenida. El Centro para la Vida de Madonna ofrece tal ayuda”, añade.
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