Papa Francisco: Ser buen cristiano no es solamente cumplir mandamientos
(ACI) El Papa Francisco señaló que “ser cristiano no es solamente cumplir los mandamientos” sino permitir que el Espíritu Santo conduzca con docilidad y libertad.
“Ser cristiano no es solamente cumplir los mandamientos: hay que cumplirlos, eso es verdad; pero si te detienes allí, no eres un buen cristiano. Ser buen cristiano es dejar que el Espíritu entre en nosotros y te conduzca donde Él quiere. Esta es la libertad del Espíritu. Que el Señor nos ayude a ser siempre dóciles al Espíritu Santo”, así lo indicó el Santo Padre durante su homilía de la Misa en la Casa Santa Marta este lunes 20 de abril.
Por ello, el Papa Francisco invitó a “nacer de nuevo, dejar que el Espíritu Santo entre en nosotros y que sea el Espíritu para guiar y no yo, y aquí, libre, con esta libertad del Espíritu que nunca sabrás dónde acabarás”.
“El salto que la confesión que Nicodemo debe hacer es (…) él no sabe cómo hacerla, porque el Espíritu es imprevisible, la definición del Espíritu que Jesús da aquí es interesante: el viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu, es decir, libre, persona que se deja llevar de una parte a la otra por el Espíritu Santo. Esta es la libertad del Espíritu y quien hace esto es una persona dócil, y aquí se habla de la docilidad al Espíritu”, advirtió.
“El cristiano no debe nunca detenerse solamente en el cumplimiento de los Mandamientos: hay que cumplirlos, pero, ir más allá, hacia este nacimiento nuevo, que es el nacimiento en el Espíritu y te da la libertad del Espíritu”, afirmó.
Además, el Santo Padre comentó también la primera lectura de los Hechos de los Apóstoles (Hechos 4:23-31) para referir que “esto es lo que sucedió a esta comunidad cristiana, en la primera lectura, después de que Juan y Pedro regresaron de aquel interrogatorio que tuvieron con los sacerdotes”.
“Fueron a ver a sus hermanos en esta comunidad y reportaron lo que los jefes de los sacerdotes y los ancianos les había dicho. Y la comunidad, cuando escucharon esto, todos juntos, se asustaron un poco ¿Y qué hicieron? Rezaron. No se detuvieron en las medidas de precaución, ‘no, hagamos esto ahora, vayamos un poco más tranquilos’: no. Rezar”.
En este sentido, el Papa aconsejó: “dejar que sea el Espíritu quien les diga qué hacer. Levantaron sus voces a Dios diciendo: ‘Señor’ y rezaron. Esta hermosa oración de un momento obscuro, de un momento en el que tienen que tomar decisiones y no saben qué hacer. Quieren nacer del Espíritu, abrir sus corazones al Espíritu: que sea Él quien lo diga… Y preguntan: ‘Señor, Herodes y Poncio Pilato con las naciones y los pueblos de Israel se han aliado contra tu Espíritu Santo y contra Jesús’. Cuentan la historia y dicen: ¡Señor, haz algo!”
“Y ahora, Señor, dirige tu mirada a aquel grupo de sacerdotes, aquel el de las amenazas y concede a tus siervos, de proclamar, con toda franqueza tu palabra, piden la franqueza, la valentía, el no tener miedo, extendiendo su mano hasta que se realicen ‘curaciones, señales y prodigios en el nombre de Jesús’. Y cuando terminaron su oración, el lugar donde estaban reunidos tembló, y todos quedaron llenos del Espíritu Santo y predicaron la Palabra de Dios con franqueza. Un segundo Pentecostés ocurrió aquí”, expresó.
Finalmente, el Papa subrayó que “ante las dificultades, delante a una puerta cerrada, que no sabían cómo ir hacia adelante, van hacia el Señor, abren sus corazones y el Espíritu viene y les da lo que necesitan y salen a predicar con valentía, y hacia adelante. Esto es nacer del Espíritu, esto no se detiene en el ‘por lo tanto’, en el ‘por lo tanto’ de las cosas que siempre se ha hecho, en el ‘por lo tanto’, después de los Mandamientos, en el ‘por lo tanto’ después de las costumbres religiosas: ¡no! Esto es nacer de nuevo”.
“¿Y cómo se prepara uno para nacer de nuevo? Con la oración. La oración es la puerta que nos abre al Espíritu y nos da esta libertad, esta franqueza, esta valentía del Espíritu Santo. Que nunca sabrás a dónde te llevará, pero es el Espíritu” y concluyó pidiendo al Señor que “nos ayude a estar siempre abiertos al Espíritu, porque será Él quien nos llevará hacia adelante, en nuestra vida de servicio al Señor”.
Lecturas comentadas por el Papa Francisco:
Juan 3:1-8
1 Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, magistrado judío. 2 Fue éste donde Jesús de noche y le dijo: «Rabbí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede realizar las señales que tú realizas si Dios no está con él.» 3 Jesús le respondió: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de lo alto no puede ver el Reino de Dios.» 4 Dícele Nicodemo: «¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?» 5 Respondió Jesús: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. 6 Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu. 7 No te asombres de que te haya dicho: Tenéis que nacer de lo alto. 8 El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu.»
Hechos 4:23-31
23 Una vez libres, vinieron a los suyos y les contaron todo lo que les habían dicho los sumos sacerdotes y ancianos.24 Al oírlo, todos a una elevaron su voz a Dios y dijeron: «Señor, tú que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, 25 tú que has dicho por el Espíritu Santo, por boca de nuestro padre David, tu siervo: ¿A qué esta agitación de las naciones, estos vanos proyectos de los pueblos? 26 Se han presentado los reyes de la tierra y los magistrados se han aliado contra el Señor y contra su Ungido. 27 «Porque verdaderamente en esta ciudad se han aliado Herodes y Poncio Pilato con las naciones y los pueblos de Israel contra tu santo siervo Jesús, a quien has ungido, 28 para realizar lo que en tu poder y en tu sabiduría habías predeterminado que sucediera. 29 Y ahora, Señor, ten en cuenta sus amenazas y concede a tus siervos que puedan predicar tu Palabra con toda valentía, 30 extendiendo tu mano para realizar curaciones, señales y prodigios por el nombre de tu santo siervo Jesús.» 31 Acabada su oración, retembló el lugar donde estaban reunidos, y todos quedaron llenos del Espíritu Santo y predicaban la Palabra de Dios con valentía.
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