El Papa invita a confesarse con sentimiento de vergüenza por los pecados
(ACI) El Papa Francisco pidió a los fieles que sientan “vergüenza” de pecar, porque la vergüenza por el pecado, por el mal cometido, “es una gracia” necesaria para acceder a la misericordia de Dios.
Así se expresó durante la Misa celebrada este lunes 9 de marzo en la Casa Santa Marta, por primera vez televisada por voluntad del mismo Pontífice para permitir a los fieles que lo deseen seguir las celebraciones en unión de oración con el Papa tras las medidas restrictivas adoptadas para evitar la propagación del coronavirus COVID-19.
Estas medias implican la suspensión hasta el próximo 15 de marzo de las Audiencias Generales de los miércoles, del rezo del Ángelus dominical desde el Palacio Apostólico, y la celebración de la Misa diaria en Casa Santa Marta sin la asistencia de fieles, entre otras medidas.
Además, la Conferencia Episcopal Italiana decidió la suspensión de todas las Misas en Italia hasta el próximo 3 de abril.
En la homilía pronunciada en la Misa de este lunes, el Papa explicó que en la Primera Lectura, del Profeta Daniel, se puede encontrar una confesión de los pecados.
“El pueblo reconoce que ha pecado. Reconoce que el Señor ha sido fiel, pero ‘nosotros hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos sido malos, nos hemos rebelado y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus normas’”.
Francisco subrayó que esa confesión es también un ejemplo sobre cómo hacer un correcto examen de conciencia. “Cuando nosotros nos preparamos a recibir el sacramento de la reconciliación, debemos hacer el examen de conciencia, y ver qué he hecho y delante de Dios: ‘He pecado’”.
Ese “reconocer que he pecado” no puede ser únicamente “hacer un elenco de los pecados, de forma intelectual: ‘He pecado en esto…, se lo digo al padre y el padre me perdona’. No es necesario. No es justo hacer eso. Eso sería como hacer un elenco de las cosas que debo hacer, que debo tener, que he hecho mal… Pero se queda en la cabeza”.
Por el contrario, “una verdadera confesión de los pecados se debe quedar en el corazón. Ir a confesarse no es únicamente decir al sacerdote: ‘Esta es la lista. He hecho esto, esto, esto…’. Y luego me voy y he sido perdonado. No es eso. Se necesita un paso más, que es la confesión de nuestras miserias, pero desde el corazón. Es decir, que ese elenco que he hecho de cosas malas baje al corazón. Y así hace Daniel, el Profeta: ‘A ti, Señor, la justicia, a nosotros la vergüenza’”.
El Pontífice insistió en que “cuando yo reconozco que he pecado, que no he obrado bien, y eso lo siento en el corazón, surge ese sentimiento de vergüenza: ‘Me avergüenzo de haber hecho esto. Pido perdón con vergüenza’”.
Para Francisco “la vergüenza por nuestros pecados es una gracia. Debemos pedirla: ‘Señor, que yo me avergüence”’.
Explicó que “una persona que ha perdido la vergüenza pierde la autoridad moral, pierde el respeto de los demás: ‘Es un sinvergüenza’. Lo mismo sucede con Dios. Para nosotros la vergüenza. ‘A ti la justicia, a nosotros la vergüenza (…). Al Señor Dios nuestro, la piedad y el perdón, porque nos hemos rebelado contra él’”.
En ese sentido, hizo hincapié en que el Profeta “primero dice la ‘justicia’, luego el ‘perdón’, la misericordia. Cuando tenemos, no solo la memoria de los pecados que hemos cometido, sino también el sentimiento, la vergüenza, eso toca el corazón de Dios y Él responde con misericordia. El camino para ir al encuentro de la misericordia de Dios es avergonzarse de las cosas malas que hemos hecho”.
De esa manera, “cuando acuda a confesarme diré no solo el elenco de pecados, sino también el sentimiento de confusión, de vergüenza, por haberle hecho eso a un Dios tan bueno, tan misericordioso, tan justo”.
El Papa Francisco finalizó su homilía pidiendo “la gracia de la vergüenza, de avergonzarnos de nuestros pecados. Que el Señor nos conceda esta gracia a todos nosotros”.
Lectura comentada por el Papa Francisco:
Daniel 9:4-10
4 Derramé mi oración a Yahveh mi Dios, y le hice esta confesión: «¡Ah, señor, Dios grande y temible, que guardas la Alianza y el amor a los que te aman y observan tus mandamientos.
5 Nosotros hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos sido malos, no hemos rebelado y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus normas.
6 No hemos escuchado a tus siervos los profetas que en tu nombre hablaban a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres, a todo el pueblo de la tierra.
7 A ti, Señor, la justicia, a nosotros la vergüenza en el rostro, como sucede en este día, a nosotros, a los hombres de Judá, a los habitantes de Jerusalén y a Israel entero, próximos y lejanos, en todos los países donde tú los dispersaste a causa de las infidelidades que cometieron contra ti.
8 Yahveh, a nosotros la vergüenza, a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres, porque hemos pecado contra ti.
9 Al Señor Dios nuestro, la piedad y el perdón, porque nos hemos rebelado contra él,
10 y no hemos escuchado la voz de Yahveh nuestro Dios para seguir sus leyes, que él nos había dado por sus siervos los profetas.
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