¿Preocupado por el coronavirus? No te olvides de cuidar tu alma
(ACI) En medio de la crisis internacional por la epidemia de la variedad de coronavirus denominada COVID-19, un sacerdote mexicano advirtió que “hay algo peor” que la enfermedad surgida en China, y es “la muerte del alma”.
En su reciente columna titulada “Temor a la muerte”, publicada en el diario mexicano ContraRéplica, el P. Hugo Valdemar señaló que “el creyente católico tiene claro que hay algo peor que el coronavirus y la muerte que causa, esa es la muerte del alma, a esa sí le debemos tener pánico”.
El P. Valdemar, que durante 15 años fue director de comunicaciones de la Arquidiócesis Primada de México, dijo que “si tomamos precauciones para evitar una epidemia, cuanto más deberíamos tomar medidas para evitar el pecado que es lo que mata la vida de Dios en nuestra alma”.
“En este tiempo de Cuaresma que acabamos de iniciar el miércoles pasado, debemos ver una oportunidad para reconocer nuestra pequeñez y fragilidad, para acudir al auxilio de Dios, reconciliarnos con Él y con nuestros hermanos, pues como dice el profeta Joel: ‘Todavía es tiempo —dice el Señor— arrepiéntanse y vuelvan a Él de todo corazón’”.
De acuerdo a los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), el coronavirus identificado como COVID-19 es una variedad “que no ha sido previamente identificada”, que “no es la misma que los coronavirus que circulan comúnmente entre humanos y causan enfermedades leves, como el resfriado común”.
“Este virus fue detectado por primera vez en la ciudad de Wuhan, en la provincia de Hubei, China. Las primeras infecciones estuvieron vinculadas al mercado de animales vivos, pero el virus se está extendiendo de persona a persona”, señaló CDC.
“Actualmente, no es claro cuán fácil o sosteniblemente este virus se está extendiendo entre las personas”, añadió.
Los síntomas del COVID-19, indicó CDC, pueden incluir fiebre, tos y falta de aliento.
Entre las recomendaciones de CDC para prevenir el contagio de COVID-19 está el lavar frecuentemente las manos, usar desinfectante con al menos 60% de alcohol, evitar contacto cercano con personas enfermas, quedarse en casa si se está enfermo, cubrirse al toser o estornudar con un pañuelo de papel y luego descartarlo, y desinfectar con frecuencia objetos y superficies tocadas.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), al 2 de marzo hay 88.948 casos confirmados de COVID-19 en el planeta, de los cuales 80.174 se registraron en China.
Hasta la fecha se han registrado 2.915 muertes en China y 128 en otros países.
El Gobierno de México señaló este 2 de marzo que se han confirmado cinco casos de coronavirus COVID-19 en el país.
El P. Valdemar señaló que “en la memoria de la humanidad ha quedado grabada la devastación de grandes pandemias que marcaron la historia. Pensemos en la ‘peste negra’ que durante el siglo XIV mató en Europa a 75 millones de personas. Otra más reciente fue la ‘gripa española’, que entre 1918 y 1920 mató entre 50 y 100 millones de personas en todo el mundo”.
“Hoy el miedo se empieza a hacer palpable en el planeta por la epidemia del ‘coronavirus’, iniciado en China, que empieza a extenderse por Europa, Medio Oriente y varios países más, provocando cientos de muertos”.
Para el sacerdote mexicano, “una pandemia de este tipo, nos hace pensar en nuestra fragilidad, por muchos avances tecnológicos y científicos que ha alcanzado la humanidad, basta el surgimiento de una bacteria o un virus desconocido para matar a millones de personas y poner en jaque al sistema mundial”.
“La fortaleza humana es muy grande, aún mayor es su fragilidad, lo que nos debería llevar a asumir una actitud de humildad y despertar nuestro sentido religioso” animó.
“Nuestra vida es frágil y efímera, es, dice la Biblia como un ‘soplo’, o ‘como la yerba del campo que por la maña crece y por la tarde se marchita’”, añadió.
Para el P. Valdemar, “debemos levantar la mirada hacia lo alto, pues si bien, nuestra vida en esta tierra es frágil y efímera, nuestra alma es inmortal, creada por Dios y su destino final debe ser él. Estamos llamados a la sobriedad, a la piedad y a la vigilancia: ‘estén preparados —nos dice Jesús—, porque nadie sabe el día y la hora’”.
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